Estoicismo de mercado

Las redes sociales están atiborradas de referencias al estoicismo. El jugo verde, el ayuno intermitente y los mapas de deseos se acompañan de alguna cita a Marco Aurelio o a Séneca. El wellness de la productividadcon empaque de filosofía griega es repertorio habitual de influencers de la nueva era. Las consejeras de alimentación desinflamatoria lo recetan. Las marcas lo incluyen en sus activaciones. Hay reels de “los cinco lugares más hermosos de Colombia” que tienen algún plano cerradode la portada de Cartas a Lucilio. Hay un auge de las epístolas morales en la sociedad del espectáculo.

La sociedad contemporánea promueve una idea de individuo y prescribe un modo de ser. El rendimiento, la productividad y la solución biográfica son los elementos que dan contorno a la condición humana neoliberal. Las representaciones sociales del individuo como empresa, y de la existencia sólo posible en tanto productiva, determinan nuestras interacciones sociales. Solo basta con acordarnos de la sensación de desazón cuando nos describimos ociosos u ociosas, los pensamientos laborales intrusivos en medio de la serie del domingo, o el exhibicionismo workaholico de la conversación cotidiana: “¿cómo estás? ¿mucho trabajo? lleno de voleo, ¿y vos? Lo mismo, no he parado. Hemos incorporado la jerga empresarial incluso en nuestros vínculos más íntimos. Medimos las relaciones de pareja con la racionalidad del costo beneficio, creando conceptos abominables como “hombres o mujeres de valor”, como si fuéramos acciones en la bolsa, que lo somos de alguna manera. El fetichismo de la mercancía en su estado más alto. Relaciones entre personas, como relaciones entre cosas.            

Los que vivimos en estos tiempos debemos encontrar la manera de tramitar por nuestra propia cuenta cualquier dificultad social, sin importar si el origen del malestar es del orden sistémico. Modelos mentales como “el pobre es pobre porque quiere” están detrás de está ontología tardomoderna. La responsabilidad del destino infortunado es exclusivamente individual. El individuo es en ese sentido empresa de sí mismo, uno que vía rendimiento y trabajo duro puede obtener cualquier cosa que se proponga, y sobre todo las cosas, ser exitoso económicamente. Solo basta con que se despierte a las 5:00 am, haga ejercicio, medite y lea 20 minutos de “Hábitos Atómicos”.

Precisamente ahí se revela el vínculo que conecta el wellness de la productividad con Lucio Anneo Séneca y Marco Aurelio. Las Cartas a Lucilio y las Meditaciones son sobre todo manuales de conducta sobre el cultivo de sí y la vida virtuosa. El club de las 5 am, Padre Rico, Padre Pobre y demás textos de autoayuda también son prescriptivos de un modo de vida: el del rendimiento y la productividad. El estoicismo prescribe la virtud como fin en sí mismo. La autoayuda, por su parte, a la productividad como única forma de ser.

El espectáculo de las redes sociales — que no es más que otra forma del mercado—deforma al estoicismo asumiéndolo como una filosofía individualista. Se tergiversa el sentido del cultivo de sí presente en los estoicos al igualarlo con las recetas para ser productivo, competitivo y ganador. La virtud estoica solo es posible en relación con los otros, en la vida en comunidad, en la Cosmópolis. Se experimenta en la cooperación, en la amistad, en el buen gobierno. La introspección y el aislamiento del sabio estoico no es egoísmo o negación de la acción colectiva, es trabajo necesario para una vida virtuosa en relación con otros. “No puede vivir felizmente aquel que sólo se contempla a sí mismo, que lo refiere todo a su provecho: has de vivir para el prójimo, si quieres vivir para ti”.     

La autoayuda, por el contrario, es sobre todo exaltación del individuo productivo, sin más vinculo social que la competencia. El provecho individual es el mantra de los manuales de conducta contemporáneos, el individuo como inicio y fin de la sociedad, como unidad social que se basta para sí mismo. El mercado empaqueta una filosofía sobre la vida comunitaria —que entiende al humano como ser social— como otro decálogo del rendimiento disponible en los anaqueles de Carulla y El Éxito. Las consideraciones morales a Lucilio se venden como pasos para ganar seguidores o acumular capital, o como alternativa al malestar social.  La vida virtuosa contemporánea es la vida productiva, en la que todo tiempo es tiempo de trabajo. El auge del estoicismo es un intento por refinar la autoayuda contemporánea, envolviendo, con Marco Aurelio y Séneca, su ideología del rendimiento.   

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/juan-pablo-trujillo/

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