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Por la imagen podría decirse que se ve inofensivo todo: unos hombres con casco y chaleco reflectivo metidos en un río manipulando unos flotadores, unas bolas naranjas unidas unas a patria como las pepas de una camándula gigante.
El artilugio es un invento malévolo: una barrera flotante con púas sobre las aguas del río Bravo (río Grande, le dicen en Estados Unidos). El gobernador del estado de Texas, un señor que responde al nombre de Greg Abbott, dice que espera poder instalar cerca de 300 metros de esta canallada flotante.
En 2022, 526 personas murieron intentando cruzar la frontera norte de México para llegar a Estados Unidos. A algunos los abandona el alma en el desierto, dejando atrás sus cuerpos deshidratados; otros caen mortalmente mal al saltar las enormes vallas que separan el aquí del allá; y otros tantos se ahogan en las caudalosas aguas del río Grande.
Hay circunstancias que revelan la peor dimensión del ser humano. El trato que se les da a los migrantes es una de ellas. Se ve en Necoclí, aquí en la esquina de este barrio llamado Colombia, donde el comercio gira alrededor de los migrantes. Se ve en Panamá, en Costa Rica, en Nicaragua, en Honduras, en Guatemala y en México, también, donde les cierran y abren fronteras según convenga, como las poblaciones que empujan al ahogado río abajo para no tener que lidiar con el problema. Solo que en este caso los ahogados no son una figura retórica.
Esta nueva barrera ha supuesto una nueva discusión diplomática entre Estados Unidos y México, pues podría estar violando algún tratado binacional sobre la libertad de las aguas del río en cuestión.
Pero más allá de eso, la camándula flotante y puyante es solo una ignominia más; el más reciente invento de la maldad humana, pero no el último, de eso no tengo dudas. Me sigue sorprendiendo, sin embargo (aunque no debería ya, visto lo visto, leído lo leído, sabido lo sabido) la capacidad del ser humano para joder al otro, para hacérselo difícil en especial a quien la está pasando mal. Me abruma esa idea de que la desgracia ajena es la fortuna de otros, a veces por azar, a veces buscada o provocada.
Describí la barrera flotante esa como una camándula. En el mundo, ocho de cada diez personas dicen ser religiosas, se infiere en un informe de 2020 publicado en la web de Statista. No hay religión que no aborde la solidaridad. Greg Abbott debe ser un tipo religioso. Pero está visto que la religión, ese otro invento humano, no ha sido muy efectivo para salvar a otros.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/mario-duque/