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Eso que ellos piensan que sobra

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El tipo habrá cogido lápiz y papel, supongo, y se sentó a cruzar cifras de presupuestos viejos y nuevos. Lo hizo como todo un experto en operaciones básicas, y llegó a una conclusión (igual de básica): sobran secretarías. ¡Pero qué necesidad de tener una para la Mujer y otra para la Juventud! Y ya de paso, para que su propuesta fuera más profunda y relevante, ¡pues qué bobada eso de la gerencia Étnica y la de Diversidades!

Si juntamos todas en una sola —se habrá dicho en medio de su análisis—, digamos en la de Inclusión, nos ahorramos un montón de dinero. Y quizá lo haya rondado en su estudio de las causas y los efectos, una máxima de la administración pública que exhibió el candidato a presidente que terminó siendo alcalde de Medellín: «plata es plata».

Y entonces Andrés Rodríguez, concejal por el Centro Democrático, que lleva por apodo el nombre de un personaje de telenovela de los 80, pide la palabra en la siguiente sesión, enciende su micrófono y suelta su pregunta que lleva implícita su conclusión: «Todas estas secretarías lo único que hacen es aumentar el tamaño del estado y genera que haya menos políticas sociales».

Porque el concejal Rodríguez (y quienes aplauden o celebran su propuesta) lo que ve es un gasto del estado en «este tipo de población», como él la llama en su intervención.

Hay otro video de una de sus intervenciones en el Concejo que permite seguir el hilo mental que parece sostener su propuesta. Dice Rodríguez en él que encontró una frase en internet y, claro, la lee: «La desigualdad existe porque hay gente más talentosa que otra, más trabajadora, más ahorradora, más creativa y más empeñada en forjarse su destino; menos envidiosa, menos perezosa y menos preocupada en culpar de su fracaso a los demás».

El concejal Rodríguez se inscribe en el numeroso grupo que alienta esa vieja mentira repetida, esa trampa en la que se escudan los que ven derroche en las políticas sociales: que el pobre es pobre porque quiere.

Pensará el concejal Rodríguez y quienes le aplauden y celebran que, por ejemplo, a ese 24% de medellinenses que se acuestan cada día sin llevarse las tres comidas a la boca, lo que les falta es ser más trabajadores, más ahorradores, más creativos… Que lo que necesitan es empeñarse más en forjar su destino en lugar de envidiar a los que sí pueden comer.

A estas alturas, supongo yo, que el concejal Rodríguez también es miembro del selecto club (aunque puede que aún no lo sepa) del «sálvese el que pueda». Y pensará, quizá, junto con otro montón de personas, que el salvavidas es cualquier libro de Robin Sharma o uno de sus sucedáneos y no más y mejores accesos a las oportunidades que podrían reducir (ni siquiera cerrar) las brechas que nos han convertido en una ciudad profundamente desigual.

No, concejal Rodríguez, el “noble fin” de reducir el estado sin brindar oportunidades no ha traído soluciones, todo lo contrario, ha abierto aún más la grieta que excluye y condena.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/mario-duque/

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