Te gusta el silencio. Necesitás silencio para escribir. No extrañás al vecino de Riosucio que pone reguetón a las cinco de la mañana el domingo porque la fiesta sigue en su casa. Sin embargo, te compraste unos audífonos para nadar. Te gusta nadar, nadaste por cinco años cuando eras una adolescente, los últimos tres entrenabas casi todos los días, dos horas. Pero ahora te aburres y llevas peleada con la piscina por casi un año. Te gusta decir que un día olvidaste a alguien dando brazadas y haciendo pan. Cuando nadas, piensas. Piensas mucho, una y otra vez, ideas que se sobreponen unas a otras. Pero te aburres, a los diez minutos ya no querés patalear más. Te compraste los audífonos para nadar. Te pusiste el gorro, las gafas, le diste play al celular y te lanzaste al agua. Estabas escuchando un pódcast sobre Jorge González, el cantante chileno de Los Prisioneros. Por qué no te vas, no te vas del país. Los audífonos funcionan de dos formas: bajás la música en MP3 o los conectás al celular por bluetooth. Te parece más fácil lo del bluetooth, y ahora te gusta más escuchar pódcasts. Debajo del agua el volumen aumenta. Parás, le bajás un poco, volvés al agua. Necesito poder respirar es el nombre del pódcast. Es una biografía del cantante, sus victorias, sus derrotas, sus escándalos. Sus contradicciones. Lo escuchás porque te gusta saber sobre el proceso creativo, las condiciones de producción. La señal de los audífonos se interrumpe. Si te alejás del celular se pierde casi del todo. Escuchás con intermitencia, pero no parás. Y de pronto, te preguntás: por qué, vos que amás el silencio, que lo defendés, querés estar debajo del agua con ese sonido interrumpido, con esa bulla en los oídos, con esa falta de silencio. Quién sos, en qué te has convertido, vos, que te molesta cuando estás en la casa con la mamá y la mamá prende el radio o pone de fondo el televisor porque tiene tinitus y quiere luchar contra el sonido de su oído, a vos que te gusta leer sin que haya ruido, que te estorban los ruidos raros, que te molesta que tu vecina se bañe porque se escucha la ducha, vos, que defendés el silencio, estás bajo el agua escuchando, luchando contra el tedio, y por qué luchás contra el tedio, si vos lo has defendido tanto, si estás a favor del aburrimiento, si el aburrimiento crea poemas, si aburrirse es parte de la vida, por qué querés no aburrirte, si es que te estás dejando llevar por esta sociedad consumista que no quiere que nadie pare, que no quiere a nadie tirado en la cama mirando para el techo, que quiere que comprés audífonos, que gastés dinero en ese objeto plástico para que no te aburrás en la piscina. Pero sería peor salirte de la piscina, apagar el pódcast y no volver a usar los audífonos, tirarlos. Así que te quedás nadando, haciendo lo que se hace estos días con casi todo: acallar la conciencia. Porque lo que no querés hacer es pensar en la situación política y económica de este país y del tuyo. No querés pensar en el hambre de tantos. No querés pensar en los otros. Porque el ruido lo esconde todo. No existe nada más que ese sonido que invade la cabeza, que invade el mundo. El mundo, ese lugar ruidoso.
Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/monica-quintero/