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Esta semana fue publicado un nuevo informe de la Veeduría Ciudadana al Plan de Desarrollo de Medellín, con el fin de analizar el cumplimiento (o incumplimiento) de los compromisos que Daniel Quintero y su gobierno se trazaron con las mujeres de la ciudad.
El informe, como era de esperarse, presenta un panorama desolador para nosotras, quienes seguimos esperando que las políticas públicas de una ciudad como Medellín, que se ha ufanado de ser una ciudad moderna y progresista, estén transversalizadas por un enfoque de género que permita nuestra inclusión con protección de derechos en las dinámicas de la ciudad.
Pero en el Valle del Software, las mujeres seguimos estando relegadas.
Los indicadores del Plan de Desarrollo que tienen relación con el acceso de las mujeres a nuevas tecnologías y a la superación de brechas digitales, presentan avances supremamente precarios y que por el tiempo que lleva ya el gobierno de Quintero, podemos intuir que no se van a cumplir.
Temas como la formación de mujeres en competencias laborales relacionadas con la cuarta revolución industrial y promoción del acceso a educación postsecundaria con énfasis en tecnologías, van apenas por la mitad de su cumplimiento, cuando al gobierno de turno le queda solo un año de trabajo.
El analfabetismo tecnológico pone a las mujeres de hoy en una situación mucho más precaria y afecta con mayor intensidad nuestro acceso al ambiente productivo y económico de la ciudad, que se ha vendido en los últimos años como una ciudad volcada a la tecnología.
Ahora, en la línea “Medellín me Cuida”, que busca que las mujeres tengamos condiciones de vida digna, alejadas de la violencia basada en género y empoderamiento y liderazgo público, las cifras tampoco son alentadoras.
Por ejemplo, el alcalde se raja en un indicador que depende única y exclusivamente de él: mujeres ocupando cargos en los niveles decisorios de la administración municipal ¿Por qué no han sido nombradas en estos cargos el número de mujeres con que se comprometió? Quizás no ha encontrado suficientes mujeres que se le sumen a su correría de corrupción por la ciudad.
Pero sin duda en esta línea lo que más preocupa es el avance en torno al sistema del cuidado. Luego de la pandemia, organizaciones como ONU Mujeres han advertido que el tiempo que las mujeres ocupamos en el cuidado del hogar se ha incrementado, poniéndonos esto entonces en desventaja frente a la posibilidad de acceso a la educación o a trabajos remunerados y ampliando, por supuesto, la brecha en términos de empoderamiento económico con los hombres.
En esta temática, el indicador que mayor avance tiene, presenta apenas un 22% y algunos relacionados con la oferta municipal de cuidados y acompañamiento para la disminución del tiempo en trabajo doméstico, siguen en el 0%. Es decir, a la Alcaldía poco le interesa que salgamos de las cocinas a habitar la ciudad.
Para rematar, la meta que se planteó de crear comisarías con enfoque en violencia intrafamiliar contra las mujeres y violencias contra niños, niñas y adolescentes, sigue en el 0%. Estos espacios, que son valiosos porque le ofrecen a la mujer un lugar seguro para denunciar violencias basadas en género, se quedaron solo en nuestros deseos.
El gobierno de Daniel Quintero tiene solo un año más para demostrar que su compromiso con las mujeres, del que tanto habla, no es solo una estrategia demagógica más para lograr votantes, y que en este Valle del Software también hay un espacio para nosotras.
Ya lo veremos. Yo la verdad, es que ya no espero mucho.
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