Escuchar artículo
|
La entrevista de Eva Rey a Lady Noriega deja un montón de sensaciones bastante agrias. Pero, después de las declaraciones de abusos sexuales, de proxenetas, de trata de personas, de cosificación del cuerpo de las mujeres, de las aterradoras “necesidades del mercado”, de webcam y de las risas desenfadadas de ambas, aparece una estela de sensatez: a los espectadores no les dio tanta risa.
Lo que para ellas parece chiste es evidencia de lo instaurada que está en nuestra sociedad la violencia contra las mujeres pues, lo que Lady narró, ni es novedad ni es excepción; y eso es lo más delicado.
Por los mismos días de esa entrevista, mientras Eva y Lady estaban en ja, ja, ja, seguíamos en medios la noticia del secuestro de seis mujeres jóvenes colombianas que viajaron a México con la muy falsa ilusión de trabajar como modelos. Las posibilidades de trabajo fueron ofrecidas por “Lilith” y fue esta quien informó a las familias que las mujeres estaban secuestradas y que “para liberarlas, debían dar más de un millón en pesos mexicanos”, según las noticias. Eso, equivale a $217.475.060 pesos colombianos.
Las múltiples formas de violencia que contó Lady; lo que pasó en Veracruz; lo que pasa todos los días en Colombia (y en México, en Afganistán, Francia, en el mundo entero) en contra de las mujeres, no dan risa. Es espantoso:
“El tráfico sexual de mujeres y niñas colombianas es frecuente en el país, sobre todo en ciudades densamente pobladas y en zonas con turismo y grandes industrias extractivas (…). Los traficantes también reclutan a mujeres y niñas vulnerables, en su mayoría colombianas y venezolanas desplazadas, para el «modelaje webcam», una industria no regulada que probablemente generó más de 1.200 millones de dólares al año en Colombia. En algunos casos, los traficantes drogaban a mujeres y niñas, empleaban tácticas de miedo y coacción, y creaban situaciones de endeudamiento económico y extorsión para obligar a las víctimas a realizar actos sexuales retransmitidos en directo”. Se lee en el Informe sobre la trata de personas en Colombia . Hoy, más mujeres y hombres señalan que ni el discurso ni la práctica de esas violencias tiene cabida. En algo hemos avanzado; pero no es suficiente. Entonces, ¿de qué se ríen?
Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/maria-antonia-rincon/