Entre el por qué y el cómo

Entre el por qué y el cómo

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“La incertidumbre es un privilegio, aprécielo”, me han dicho ya muchos adultos desde que me gradué. Es casi siempre su respuesta cuando respondo a su pregunta favorita, ¿qué andas haciendo?, aunque también preguntan, sobre todo cuando uno ha vivido en el exterior, ¿dónde andás viviendo? Mi respuesta, extraña también para mí, pero sincera de corazón, es que no sé.

¿Vivo en Medellín? Pues si consideramos vivir como que planeo pasar los próximos meses acá, a pesar de que tengo algo de intención de volverme a ir, supongo que sí, vivo en Medellín. ¿Y qué hago? Supongo que, si trabajar en una compañía holandesa sin mucha ilusión y estar pegado de un computador unas horas es trabajar, supongo que trabajo. Aunque para mí eso no es trabajar. Trabajar implica levantarse todos los días con un propósito central. Algo que se robe el pensamiento, sea para bien o para mal. Mi trabajo, remoto, corto y bastante automático, es más un pensamiento relegado a la parte trasera de la consciencia (que bueno que mis jefes no hablan español).

Quizás una de las lecciones más difíciles que he ido asimilando es que todo lo que pasa de ahora en adelante es intencional. Ya no existe la excusa de que “estoy estudiando”, en la que recaemos tantos estudiantes para aplazar los sueños. Ya no podemos recaer en nuestro instinto que dice que todavía no estamos listos para hacer lo que amamos.

“Quien tiene algo por qué vivir, es capaz de soportar cualquier cómo” decía Nietzsche. Muchos hemos encontrado algo así como un por qué, por lo menos por ahora. Yo lo he encontrado deambulando por mi mente. Parece ser tangible para su dueño, como esas ideas que no existen en palabras, pero existen. Y es por eso que, a la hora de traerla al mundo, en la limitaciones que imponen nuestros idiomas, nuestros títulos, nuestras costumbres y nuestra cultura, es imposible reconstruirla por diáfana que sea en la cabeza.

Y por eso puede ser difícil entonces también manifestar un cómo. Entregarle al mundo a través de acciones, tal vez aleatorias, que nos dirijan hacia ese «por qué». Sobre todo, por primera vez cuando no sabemos cómo se debería manifestar. ¿Debería ser yo el que empieza su propio camino para llegar al por qué?, ¿Es el trabajo correcto, llegado por una coincidencia lo que va a sentir que la vida se llene? A estas preguntas, a casi todas las preguntas sobre cómo llenar mi vida, en este momento, privilegiado por la falta de responsabilidades, es, como se imagina: no sé.

A los que tenemos este privilegio, supongo que lo único que podemos hacer es abrazarlo, sentirlo, dejar que la vida sola, obviamente con muchísimo esfuerzo detrás, guíe un camino que es brumoso a partir de la universidad (y eso que para muchos se llena de neblina desde antes). Eso es lo que podemos hacer. Y así, aunque no sepamos lo que estamos haciendo, podemos encontrarle un cómo a nuestro por qué.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/juan-felipe-gaviria/

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