Entrar a la minga para salir de la tonga

Entrar a la minga para salir de la tonga

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“Huele a pescado, negra bombó”. Durante sus años como estudiante, la profesora Yurelis fue víctima de acoso escolar por su color de piel y su lugar de origen, San Basilio de Palenque. Dicha situación, era promovida por un grupo de estudiantes y bajo la negligencia de las directivas, ocasionó que la vida para Yurelis perdiera gradualmente el sentido. Primero, dejó de sentirse parte de la escuela, luego de su comunidad. Cada vez que se miraba al espejo, la abordaban las mismas preguntas: ¿Por qué soy tan negra?, ¿Por qué huelo tanto a pescado?

Llegó a creer que su “olor a pescado” era irremediable, y que por ello, su pupitre era el único que no compartía asiento con otra persona en la clase. Cada que participaba, todos los presentes se reían. En muchas ocasiones, escribían en el tablero frases como: “la negra bombó tiene el pelo quieto y las patas torcidas”. Yurelis recuerda que una vez, un profesor, al ver el mensaje en el pizarrón, soltó una carcajada y le dijo: “No lo tomes en serio, es una broma”. Lo que el docente desconocía, era que en las noches Yurelis lloraba sola en su casa y los fines de semana, que era dedicados para dar un paseo en familia por la playa, prefería no salir y dormir como forma de refugio.

Un día, tras ubicarse en un lugar distinto al establecido por sus agresores, recibió un papelazo en la cabeza que desató su furia. No aguantó más. Llena de ira, se abalanzó sobre su agresor y lo golpeó. Fue llevada ante la directora de la escuela y castigada por su comportamiento violento. Llorando, narró el dolor y la impotencia que sentía al ser humillada y tratada de forma desigual por su color de piel. Sin embargo, las directivas menospreciaron su defensa y la declararon revoltosa. Este hecho la marcó para siempre. Tanto así, que tuvo que retirarse de la escuela y afrontar cambios emocionales y metabólicos en su cuerpo que la incapacitaron. Los médicos que la atendieron le diagnosticaron falta de vitaminas, pero ella sabía que no era eso, sino algo más profundo, algo del alma.

Yurelis asegura que este evento es uno de los más difíciles que ha afrontado, porque recién cumplía 14 años y ya estaba perdiendo su vida.

Gracias a un tío con quien vivía en Cartagena, pudo encontrar un colegio público donde la mayoría de los estudiantes eran provenientes de las zonas rurales de Bolívar. Todos allí tenían miedo, recuerda Yurelis, eran los rechazados de las escuelas de la ciudad. No contaban con familias y su retorno a los territorios no era posible a causa del conflicto armado. Sintió de inmediato que era su lugar.

El primer día de clase, cuenta Yurelis, la recibió una maestra de nombre Melba, quien le contó que había nacido en Isla Fuerte y que la invitaba a “entrar a la minga para salir de la tonga”, es decir, que era bienvenida con todos sus dolores y tristezas, pero que juntas iban a resolverlos apelando a lo mejor de cada una. Pronto, el destino tomó otro rumbo para Yurelis, la idea de quitarse la vida fue reemplazada por la idea de pertenecer a un lugar donde era reconocida: la escuela. Durante las 7 horas de clase sentía que estaba segura, jugaba con sus compañeros, compartía pupitre, recibía abrazos y dejó de avergonzarse por su color de piel y por su origen. El “olor a pescado” que tanto la atormentaba, dejo de existir, y lo mejor del caso era que cuando se equivocaba, era llamada por su nombre como todos y no como la “negra bombó”.

Al terminar su bachillerato, decidió ingresar a la Normal Superior de Cartagena e iniciar su carrera como profesora. Tiempo después, recibió su título como licenciada en Literatura y Español. Desde aquel momento, han pasado 30 años para Yurelis, ahora está ad-portas de jubilarse en una escuela pública de la ciudad y es consciente de que la violencia que vivió en su infancia ha mutado. Afirma que ahora no te llaman “la negra bombó”, pero sí, te agreden en las plataformas virtuales y te aíslan del espacio público, obligándote a estar solo.

Convencida de que el dolor que sintió como estudiante no puede perpetuarse, las clases de la profesora Yurelis, inician con música de su Palenque, otras veces, con la lectura en voz alta de la muñeca negra de Mary Grueso o con fragmentos de las estrellas son negras de Arnoldo Palacio. La maestra privilegia la palabra y el afecto de sus estudiantes, dejando claro que una violencia no se negocia y que no es chistoso que un estudiante sea objeto de burlas.

Cada que un niño o niña llega a su escuela bajo el rótulo de “revoltoso”, la profesora Yurelis lo recibe con cariño y lo invita a “entrar a la minga para salir de la tonga”, es decir, le da la bienvenida con todos sus dolores y tristezas, pero lo invita a que trabajen juntos para resolverlos apelando a lo mejor de cada uno.

*Según la organización Bullyng sin Fronteras, en el 2024 Colombia quedó en el noveno lugar del mundo con 41.500 casos graves de bullying y ciberbullying. Para dar una idea, el crecimiento de casos graves en el país ha sido de más de un 500 por ciento con relación al informe anterior (8.981casos). * En el marco del Día Mundial de la Prevención del Suicidio que se conmemoró el pasado10 de septiembre en Bogotá, se revelaron las siguientes cifras: 1.155 casos de intento de suicidio en niños, niñas y adolescentes durante el primer semestre de 2024, mostrando un comportamiento similar e igual de preocupante al del año 2023 cuando se presentaron 2.241 casos en el año completo.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/juan-carlos-ramirez/

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