El sesgo de confirmación colombiano

El sesgo de confirmación colombiano

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Podría decirse que en las ciencias del comportamiento hay cierto acuerdo a propósito de la complejidad de la conducta humana, algún consenso frente a que la manera cómo nos comportamos se explica por la confluencia de múltiples causas, por la interacción entre sentimientos, motivaciones, intereses y representaciones sociales. En los últimos años los avances al respecto han puesto el foco en las heurísticas y los sesgos como factores determinantes del comportamiento humano. El trabajo Daniel Kahneman y Amos Tversky — que le valió el premio nobel de economía a Kahneman — fue decisivo para instalar esta explicación de los procesos mentales que afectan nuestra percepción del mundo.

El sesgo de confirmación es quizás el hallazgo más influyente de las ciencias del comportamiento en los últimos 60 años. Algunos estudios señalan que todos los demás sesgos son en realidad una variante del sesgo de confirmación, de la manera como nuestro cerebro descarta la información que pone en duda nuestras creencias, de cómo, muchas veces, no percibimos la realidad objetivamente si no que la construimos a partir de lo que creemos sobre el mundo. Ya lo decía Schumpeter “la forma en la que vemos las cosas apenas puede distinguirse de la forma en la que queremos verlas”. El sesgo de confirmación es un atajo mental que privilegia los datos y hechos que se corresponden con nuestras creencias, y es algo que nos pasa a todos, independientemente de nuestra nacionalidad, posición política, nivel educativo o realidad socioeconómica.     

En 2019 el profesor Juan Camilo Cárdenas lideró un ejercicio experimental realizado por la Universidad de Los Andes y la Silla Vacía, para poner a prueba la influencia del sesgo de confirmación en los colombianos. El experimento —que se puede ver en este enlace: https://www.youtube.com/watch?v=GOgd1_M_XO0&t=1s&ab_channel=LaSillaVac%C3%ADa — mostró que las creencias son determinantes a la hora de evaluar hechos “objetivos”. Los participantes del experimento se agrupaban en dos tipos de personas que podríamos denominar “los petristas” y “los uribistas”. Los resultados revelaron que “los petristas” insistían en que el proceso de paz sí había funcionado pese a que en el experimento les presentaban información “objetiva” (cifras y hechos) que sostenía que no. Lo mismo sucedía con “los uribistas”; pese a que en el ejercicio les mostraban información oficial que demostraba el éxito del proceso de paz, ellos insistían que no había funcionado. En este caso, las creencias fueron mucho más importantes que la realidad, y tanto “uribistas” como “petristas” vieron lo que querían ver.

El domingo pasado la Revista Semana publicó unos audios de Armando Benedetti refiriéndose a la financiación de la campaña del presidente Gustavo Petro. Las reacciones en redes sociales frente a este hecho no están muy alejadas de lo visto en el experimento del profesor Cárdenas. De un lado, “los petristas” señalaron que sus graves afirmaciones obedecen a un plan de “la derecha” para golpear la legitimidad del gobierno y “detener el cambio”. Del otro, “los uribistas”, aceptaron lo que insinuó el ex embajador de Venezuela como verdad revelada y pidieron la renuncia del presidente. Ambos (“petristas” y “uribistas”) magnificaron o atenuaron las afirmaciones de Benedetti de acuerdo con sus creencias.

Más allá de las declaraciones de “uribistas y petristas” en redes sociales viendo el mundo como quieren verlo, el sesgo de confirmación se agrega a esa creciente lista de retos y amenazas a la democracia contemporánea— en donde se cuentan también a las fake news, la desconfianza institucional y el auge de los autoritarismos populistas — pues hace más difícil el diálogo y el consenso entre distintos, la búsqueda de acuerdos mínimos incluso frente a hechos medianamente objetivos.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/juan-pablo-trujillo/

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