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Camilo Arango

El proyecto de la reconciliación

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"Solo el 44% de los encuestados afirmaron confiar en sus vecinos; el 33%, en personas de otra religión; el 30%, en gente de otra nacionalidad; y el 5%, en aquellos que conocen por primera vez."

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Hace un par de meses fui invitado a conversar con Patricia Nieto, profesora de la Universidad de Antioquia y directora del proyecto Hacemos Memoria, sobre un texto de su autoría en el marco La Propia, una feria de editoriales antioqueñas promovida por la Casa Tragaluz. Se trata de una reflexión sobre la reconciliación que tituló “Estrellas en la tierra” y que hace parte de una colección de escritos que comentan los resultados de la última edición de la Encuesta Mundial de Valores para Colombia. La conversación con Patricia giró en torno a varios momentos de su texto y su trabajo de muchos años recorriendo territorios y escuchando voces de víctimas del conflicto colombiano, pero hay dos ideas de esa conversación que quiero traer a la reflexión del momento electoral que estamos por vivir el próximo año en el país. 

La reconciliación, dice Patricia en su texto, es “esa conversación sincera, ambiciosa, prolongada, abierta y coral que pretende remendar las relaciones rotas por la guerra y provocar la emergencia de un proyecto colectivo”. No se trata de una conversación exclusiva de aquellos que sufrieron de forma directa y física los efectos del conflicto, aunque siendo el nuestro un conflicto de larga duración, todos hemos sido cercanos a sus efectos, sino de una ruta colectiva que es responsabilidad de todos. Por ello, la reconciliación, sugiere Patricia, tiene varios momentos o etapas que se cruzan, que nos ocurren de forma simultánea y, como en Colombia no se suspenden las expresiones de la guerra, las reconciliaciones nos ocurren mientras las violencias nos siguen atravesando. En su trabajo cita ejemplos de reconciliaciones reales, evidencia de tránsitos individuales e interpersonales que superaron la comprensión personal de lo ocurrido y lograron compartirlo con otros que vivieron hechos similares o fueron responsables de ese dolor, pero reconoce que aún tenemos pendiente la tarea de la reconciliación colectiva, política. Un esfuerzo de reconciliación entre el Estado y los ciudadanos.  

La semana anterior, en este mismo medio, Andrés Preciado reclamaba la urgencia de un proyecto común, de una idea de país, una necesidad con la que concuerdo. Pero creo que esa idea solo será posible si decidimos y creamos las condiciones para transitar en el camino de ese tercer nivel de reconciliación colectiva. Los resultados de la Encuesta Mundial de Valores para Colombia, cuya última versión fue anterior a la pandemia y a los cambios sociales que ella supuso, ya evidenciaban una crisis de confianza entre las personas: solo el 44% de los encuestados afirmaron confiar en sus vecinos; el 33%, en personas de otra religión; el 30%, en gente de otra nacionalidad; y el 5%, en aquellos que conocen por primera vez. El resultado tampoco es positivo en relación con las instituciones: solamente el 37% confía en las fuerzas armadas, el 10% confía en los sindicatos, el 5% en el Congreso de la República y, en igual porcentaje, aparece la confianza en los partidos políticos.

La idea de un proyecto común requiere de un camino hacia la reconciliación, o las reconciliaciones como lo propone Patricia, sin confundir la reconciliación con el perdón, porque son cosas diferentes. Ese tercer nivel de reconciliación política, colectiva, esa conversación rota entre Estado y ciudadanos que no hemos intentado reparar, es el primer punto para recobrar la confianza, para provocar la emergencia de un proyecto colectivo. Nos hacen falta voces que nos inviten a recorrer ese camino que, sin duda complejo, nos permita volvernos a encontrar en una idea colectiva de un sueño compartido de futuro.

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