El proyecto de gobierno nacional: herido de muerte

Jamás diría que me arrepiento de haber votado por Gustavo Petro para que asumiera la presidencia, el único programa de gobierno que consideraba a las poblaciones y territorios más vulnerables del país en su agenda, aquel que hizo que por primera vez habláramos de justicia social, reivindicaciones y nos hizo  sentir con cierta cercanía una oportunidad de transformar el rumbo del país.

Lo que sí puedo decir sin titubeos, es que el presidente se equivocó enormemente al entregarle el destino de ese sueño, pensado en colectivo, en las manos de unas personas que no representan la voluntad popular, y en cambio sí, las viejas formas de hacer política; la desnaturalización del servicio público y darles vía libre a quienes en jauría, solo ven en los recursos una posibilidad de enriquecer sus arcas.  Y es que rodearse de personajes como Benedetti, Holman Morris, Daniel Quintero, Esteban Restrepo, entre otros tantos impresentables, no es precisamente ser fiel a ese proyecto que nos plantearon en el horizonte a más de once millones de personas .

Hoy la mira está en David Racero por los audios en los que abiertamente habla de jornadas de trabajo esclavizantes, sin ningún tipo de prestación social para los trabajadores de su Fruver, mientras lo escuchábamos hablar de la importancia de proteger la dignidad, integridad y seguridad social de los trabajadores desde su silla en el congreso, todo sin percatarnos que esta es solo una muestra más de la enfermedad que padece el proyecto del gobierno, Colombia Potencia Mundial de la Vida: sus propios ejecutores.

La infinita incoherencia, acompañada de una ausencia total de criterios técnicos para materializar el Plan Nacional de Desarrollo, sólo es imputable a quienes tomaron las banderas, sin ningún mérito, y en nombre del pueblo (con toda la indignidad imaginable), para herirlo de muerte cuando apenas nacía. Recuerden sus nombres, sus caras todavía despojadas de vergüenza, de quienes solo han facilitado la fragmentación del electorado y el recrudecimiento de la derecha colombiana.

Falta de nuestra parte, la autocrítica y la templanza necesaria para exigir al gobierno coherencia y respeto por quienes genuinamente queremos el bienestar de la gente, esta docilidad y adormecimiento solo terminará finiquitando cualquier posibilidad de permanecer.  No es menos cierto que todos los gobiernos pasan por crisis, que la oposición se ha movido con alevosía y rapidez, pero aquí es una cuestión de despertar y reclamar lo que nos pertenece o esperar una presidencia que vuelva a poner los intereses del 1% en el centro. 

Se trata de moverse o lamentarse. 

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/sara-jaramillo/

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