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El poder de la crítica

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En ocasiones anteriores he compartido columnas donde resalto diferentes poderes que nos pueden potencializar como ciudad, por ejemplo, el poder del no, el poder de las conversaciones, entre muchos otros poderes que como líderes debemos aprender y aplicar.

Esta semana se presentaron varios hechos relevantes en materia política, pero uno de los más importantes quizá fue el despido de Alejandro Gaviria como ministro de Educación. Su despido se dio luego de presentarse una oposición por parte de Gaviria y otros ministros a la reforma de la salud propuesta por la ministra Carolina Corcho, reforma sobre la que se filtró un documento con los reparos que estos ministros tendrían.

Cuando estaba en campaña, Alejandro Gaviria describió cómo serían los primeros meses de Petro en el gobierno y, de manera casi premonitoria, la realidad se plasmó tal cual el entonces candidato lo pronosticaba; lo que no sabía Gaviria es que él sería el protagonista de esa historia.

Esta situación me llevó a reflexionar sobre el límite casi minúsculo que existe hoy entre la apertura al feedback o a la retroalimentación versus la terquedad y la ceguera. ¿Hasta qué punto se debe ser terco en una idea y no escuchar a los demás que te hacen comentarios de la misma? O, ¿hasta qué punto se debe aceptar un comentario para cambiar una idea?

En mi opinión, es muy importante creer en uno mismo, en tus propias capacidades, en tu conocimiento, pero también es clave reconocer que, como líderes, no nos la sabemos todas, que por más que tengamos una idea, la misma puede tocar diferentes áreas sobre las cuales no conocemos o conocemos muy poco y por eso, es clave rodearse de personas que sepan y conozcan más que uno y que, a partir de esos feedback técnicos que se reciban, mejorar o pulir la idea.

Igualmente es muy importante señalar que la crítica es muy relevante siempre y cuando se haga sin ofensas, sin ataques personales o desde el ego. Una crítica debe ser constructiva desde su esencia, ser objetiva y propositiva, ojalá soportada por datos y estudios técnicos que faciliten a quien lo recibe su aplicación.

Es importante resaltar que, lo principal en este caso, es darle poder y cabida a una retroalimentación sin sesgos y sin destruir. Suena muy fácil decirlo hasta que nuestro ego aparece y nos nubla. Peor aun cuando a ese ego lo llenas de poder; allí la capacidad de razonar prácticamente se pierde.

Por eso, como líderes, bien sea en el sector público o privado, es clave empezar a trabajar en uno mismo, en su ego. Saber gestionarse a uno mismo para dar la mejor versión a quienes lidera.

Una lástima que un gobierno que se hace llamar “del cambio” sea terco y no admita el consenso, la crítica constrictiva y no piense en el bienestar de todos. Una lástima que el gobierno esté ensimismado por el ego y no pueda ir más allá para solucionar problemas que se han manifestado y que cuando se le hace feedback su única defensa sea el ataque. Se han dedicado a twittear como locos, tal y como lo reconocía el entonces candidato a la presidencia Alejandro Gaviria.

Ojo, el trabajo empieza por casa. Fortalecer tu ser y tu centro. Aceptar con humildad el feedback y construir sobre éste te llevará a un buen puerto. Por eso es un poder infatigable en el líder del siglo XXI.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/daniel-restrepo-2/

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