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Bacterias, hongos, virus. Todos esos microorganismos generan una percepción negativa en la mayoría de personas. Son los enemigos a eliminar a toda costa. Siempre son malos.
Nos han metido un miedo y asco exagerado a estos seres. Nos refugiamos en nuestras burbujas de seguridad e higiene excesiva. Todos los productos de aseo vienen con sus indicaciones enormes de lo eficientes que son contra todos estos enemigos mortales. Bueno, no todos, el 0.01% queda por ahí rondando.
Sobretodo con los niños tenemos cuidados extremos. No pueden tocar nada y es un escándalo cuando se ensucian. Y luego se andan preguntando porqué se mantienen enfermos.
He insistido mucho en la desconexión tan profunda que tenemos con lo que somos por naturaleza. No nos damos cuenta de las conexiones tan profundas que hay entre todos los seres vivos y cómo ninguno vive por y para sí mismo. La vida en el planeta Tierra es una red de conexiones y dependencias. Eso que nos enseñaron en el colegio de las simbiosis y demás.
Todo lo que está vivo en este planeta azul viene de un mismo origen. Todos estamos conectados. ¿Por qué es tan difícil entenderlo?
En particular con los microorganismos, tenemos una relación muy particular. Primero, es difícil de entender del todo porque no los vemos. No nos damos cuenta que están en todas partes y que, en realidad, convivimos con ellos todo el tiempo. Incluso sabemos que en nuestros cuerpos tenemos más celular de bacterias, hongos y otros organismos, que células humanas. Casi todo el funcionamiento de nuestro cuerpo depende de la existencia de estos bichitos. Sobretodo cuando hablamos de la piel, la boca y el sistema digestivo.
Si no fuera porque tenemos colonias de miles de millones de estos seres en nuestro estómago e intestino, nos sería casi imposible digerir los alimentos y aprovecharlos para vivir y tener energía. Ellos son los que hacen el trabajo duro.
Hace pocos años tuvimos una experiencia global con microorganismos, que en efecto no ayudó mucho a a percepción individual que se tiene sobre ellos. Pero que sí debe ayudar a ponernos en perspectiva de lo realmente importante: mientras más nos protejamos y asilemos del mundo natural, peores van a ser los daños que causen los virus y bacterias dañinos. Así como nosotros hacemos productos e infraestructuras estériles y “mata-todo”. Así es como les ayudamos a fortalecerse y adaptarse. Por eso es que algunas medicinas como los antibióticos y anti-alergias dejan de funcionar.
Hoy mi invitación es a asumir nuestro rol como parte de un planeta interconectado e interespecie. No somos solo nosotros los humanos (y las mascotas, obvio) los que vivimos aquí. No tiene sentido temerle tanto a los microorganismos y pretender que vamos a vivir sin ellos. Incluso, al hacerlo de manera inteligente, nos hacemos más fuertes. Como dicen por ahí, la dosis hace al veneno. Con pequeñas exposiciones a la suciedad, a los alergenos, a la naturaleza, nuestro cuerpo se adapta. Así de sabia es la naturaleza.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/esteban-perez/