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En uno de los párrafos de una publicación en X bastante extensa, esta semana, el presidente Gustavo Petro dijo: “Me equivoque en pensar que al abrir el gobierno que ganamos a sectores que pertenecían a la coalición llamada del centro encontraríamos más apoyo para el programa electo por el pueblo, llegaron fue a entrabar el programa elegido por el pueblo”. En primer lugar, es un reconocimiento explícito de la existencia del centro, cuando ha habido voces desde su misma coalición de gobierno y de su propio partido que niegan la existencia de esa parte mayoritaria del espectro político en Colombia.
Segundo, es un desconocimiento de cómo el centro político contribuyó, entre la primera y la segunda vuelta presidencial a que ganara el candidato del Pacto Histórico. Gran parte de los más de 2.750.000 de votos que le sirvieron para ganar en segunda vuelta provinieron del centro democráta y liberal que se negaba a tener en la presidencia a Rodolfo Hernández, por su irrespeto a las instituciones, su halo de corrupción que esta semana lo condenó, su machismo, su patanería, etc. En otras palabras, una gran parte del centro votó por Petro porque pensaron que era menos malo que Rodolfo. Así que, presidente, usted no se equivocó, por el contrario fue un acierto incluir en su gabinete a personas que representaban una parte importante del electorado que le permitió llegar al poder. En lo que se equivocó fue en la forma cómo se relacionó con ellos y en haberlos relevado de sus cargos.
Para sustentar su comentario destemplado, Petro difama a Alejandro Gaviria, exministro de Educación, de quien dice: “dejo esfumar los recursos por 1.3 billones para la construcción de sedes de la universidad pública en el 2023”. Yo no creo en la afirmación del presidente, pero en aras de desarrollar la idea de esta columna, vamos a suponer que fuera cierto que un ministro dejó desaparecer la módica suma de ¡1.3 billones! Sí, así como lo leen, 1.3 billones, es decir: 18.5 veces el caso de corrupción de Centros Poblados, 3 veces el caso de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), en la versión de los 380 mil millones, o casi lo mismo en la versión de La W que afirma fueron ¡1’275 billones!. Eso significaría que, en este gobierno, entre el caso de corrupción en la UNGRD y la supuesta esfumación en el Ministerio de Educación se habrían perdido más de 2.5 billones de pesos, concentrados en sólo dos entidades.
Más allá de la responsabilidad directa de Olmedo López como director de la UNGRD en el caso de corrupción y de quien fungiera como ministro de Educación en el truco de desaparición, hay una responsabilidad política que le corresponde en este caso al Presidente de la República, que es libre para: “Nombrar y separar libremente a los Ministros del Despacho y a los Directores de Departamentos Administrativos”, según el artículo 189 de la Constitución.
Los cuatro principios básicos de la administración son planificar, organizar, dirigir y controlar. Según el mismo artículo de la Constitución, el Presidente de la República es el “Jefe de Estado, Jefe del Gobierno y Suprema Autoridad Administrativa”. En este orden de ideas, a un administrador que planifica, organiza, dirige y controla ¿se le pueden perder más de 2.5 billones de pesos en sólo dos de sus dependencias? ¿El problema es exclusivamente de los subalternos o le cabe también responsabilidad al capataz? Si en este gobierno se pierde esa cantidad de dinero, de una forma tan concentrada, el problema es de planificación, y quizá por eso renunció el exdirector de Planeación Nacional Jorge Iván González; el problema es de organización para engranar los mecanismos interinstitucionales que permitan hacer seguimiento a los dineros de cada entidad; el problema es de dirección como lo evidencia el relacionamiento de Petro con sus ministros, y el desconocimiento de lo que están haciendo con los recursos del presupuesto -y eso que él es economista-; y finalmente, los problemas son de control, ese que él no tiene sobre las personas que lo rodean, porque si bien ha cambiado a los ministros moderados y cada vez llegan más activistas influencers, poco críticos con el mandamás, el control lo tiene Laura Sarabia que pone y quita funcionarios.
Petro, no evada su responsabilidad, si en el Ministerio de Educación se “esfumaron” 1.3 billones, el mago aquí es usted, quien debe dar la cara por no administrar el gobierno y esta entidad en particular, como lo demuestra el hundimiento de la Ley Estatutaria de Educación esta semana, en la cual pudo haber habido planificación y cierta organización, pero se perdió la dirección y el control en la negociación con la oposición.
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