El mejor golpe que le podemos dar a Gustavo Petro es, precisamente, no hacerle un golpe de Estado. Es lo que él ansía, es la única salida positiva que tiene para la crisis que está provocando. Sabe que no tiene cómo responderle a Colombia por los resultados de su rol de gobernante, pero también es consciente de que es el mejor actor a la hora de interpretar el papel de víctima.

Tenemos ejemplos cercanos que nos pueden ser útiles. El chileno Salvador Allende es recordado como el mártir al que bombardeó Pinochet, pero pocos se acuerdan de que el golpe de Estado que le hicieron, fue motivado por la catástrofe económica que provocó al aplicar las clásicas recetas de la izquierda en el Plan Vuskovic (aumento desmedido de salarios, control de precios, nacionalización de industrias, aumento del gasto público financiado con emisión monetaria). Recuerdan su último discurso, lleno de romanticismo, pero no la inflación del 600 % y el desabastecimiento. Justo lo que quiere Petro, que nos quedemos con sus palabras y no con sus hechos.

Es cierto que nuestro presidente es una amenaza a la democracia, y que lo que intenta hacer no es para nada inocente, de hecho, ya es hora de que tantos “intelectuales”, en un acto de contricción, pidan perdón por haberle lavado la cara a semejante chavista. Estamos en peligro, pero precisamente por esa razón es que tenemos que ir un paso adelante, evitando caer en su trampa.

A nuestro favor juega que Petro no tiene dos cosas que fueron cruciales para que Chávez acabara con la democracia venezolana: el apoyo del ejército y la mayoría popular. Por eso aún creo que marchar sí sirve, especialmente porque le envía un mensaje ciudadano tanto de respaldo al poder judicial, como la Corte Constitucional y el Consejo de Estado, al mismo tiempo que presiona al congreso para que no sea un apéndice del gobierno.

Lo único que haría un golpe de Estado contra el presidente, sería garantizar la existencia del petrismo por las próximas décadas. Es la excusa perfecta que busca el gobierno para justificar su incompetencia. Colombia no se merece recordar a Gustavo Petro como un héroe.

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