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En la política como en las empresas, hay marcas que sufren un desgaste, pierden valor, identidad, contundencia. El centro como nombre, como marca, debe eliminarse porque arrastra demasiada historia negativa, porque tiene un peso innecesario para el futuro político de sus líderes y porque francamente el remoquete se queda corto para lo que busca representar.

El llamado centro se dejó definir en razón de lo que no es y eso ya lo pone en desventaja frente a los demás. Mientras unos y otros se han dedicado a proponer, el centro se ha dedicado a opinar sobre esas propuestas condenado a un juego interminable en el que un péndulo lo pone más cerca de unos o de otros, según la coyuntura.

Esa trampa se traduce en una explicadera permanente de porqué no es de derecha pero tampoco de izquierda. La realidad es que hablar de justicia social, derechos humanos o matrimonio igualitario no es privativo de la izquierda así como entender la importancia de las empresas, el crecimiento económico y la seguridad no son exclusivos de la derecha. El triunfo de ambos es, en parte, haberse apropiado de esas banderas radicalizando posiciones y estigmatizando a los que piensen diferente.

Entonces, existir bajo este nombre parece condicionar el comportamiento colectivo de sus miembros, a ratos se parece a un adolescente inseguro, temeroso de decir lo que verdaderamente piensa por miedo de no agradar a todos o de recibir ataques de personas que en realidad no se identifican con sus posturas y por ende no lo votan. El último capítulo lo vimos alrededor de las multitudinarias marchas en contra del desgobierno de Petro donde no faltaron acusaciones, señalamientos e insultos tanto para quienes marcharon como para los que no.

Pero quiero ser claro, lo que cuestiono es la marca, no la existencia de un sector político que por sus características  rompe con la clasificación tradicional hecha únicamente a partir de la ideología. Siempre se necesitan diferentes visiones y la variedad no solo enriquece el debate sino que facilita las soluciones. Los alternativos deben seguir dando prioridad a la solución de los problemas y no a los dogmas. Necesitamos un espacio político para una agenda que represente una forma de ver la vida, el estado y la sociedad. Y, más que nunca, necesitamos una lucha real, frontal, contra la corrupción ya que, hasta en eso, Petro defraudó a sus electores que en campaña prefirieron hacerse los bobos ante lo evidente.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/esteban-mesa/

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