El fin de los relatos globales según Harari

El fin de los relatos globales según Harari

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Yuval Noah Harari es quizás el historiador más popular en el último tiempo. Sus libros han sido récord de ventas a nivel mundial. En uno de ellos, “21 lecciones para el siglo XXI” publicado en 2018, el autor plantea una crisis de la narrativa liberal como explicación de la vida social. Durante el siglo XX se consolidaron— de acuerdo con su argumentación— tres relatos: el comunismo, el fascismo, y el liberalismo. Luego de la Segunda Guerra Mundial el fascismo perdió adeptos, y desde allí, hasta 1991, el mundo estuvo agrupado en dos polos identificables: el relato comunista y el relato liberal. Con la disolución de la URSS, el relato liberal ocupó el lugar central y se estableció como la receta universal para conseguir bienestar social.

La narrativa del liberalismo se instaló como una representación social hegemónica, sin embargo, su promesa de bienestar viene haciendo agua en los últimos años. Podría decirse haciendo una generalización importante, que el mayor golpe reciente a ese relato vino con la crisis económica de 2008 y las movilizaciones sociales subsiguientes. Los indignados en España, Occupy Wall Street, Los chalecos amarillos en Francia, y las protestas en Chile, por mencionar algunas, vienen demostrando un descontento con el modelo liberal en general, y con el paquete económico y social conocido como “neoliberalismo” en particular. El desempleo creciente, el estancamiento de los salarios, los retrocesos en seguridad social y, de manera especial, el incremento de la brecha entre ricos y pobres pone en duda la consistencia de un relato basado en la promesa de progreso social para toda la población.  

Harari (2018) identifica en la crisis del relato liberal el posible fin de los grandes relatos a nivel global. En ese sentido, su análisis abre la conversación a la posibilidad de pensar una determinación narrativa mucho más localizada. Sobre este asunto asegura: “quizá los humanos deban renunciar a la idea misma de un único relato global. Después de todo, ¿no fueron todos estos relatos globales (incluso el comunismo) producto del imperialismo occidental? ¿Por qué habrían de depositar su fe los campesinos vietnamitas en la ocurrencia de un alemán de Trier y de un industrial de Manchester? Quizá cada país debería adoptar una senda idiosincrásica diferente, definida por sus propias y antiguas tradiciones” (p.30).

Estoy de acuerdo relativamente con el análisis de Harari (2018) en tanto considero innegable la crisis de los grandes relatos en general y de la narrativa liberal en particular. Sin embargo, no creo que estemos ante un vacío semántico, ante una falta de relato global en términos absolutos. Si bien el relato liberal se encuentra en una situación límite frente a su capacidad explicativa y su consistencia argumentativa, sigue siendo importante para la enunciación individual. Su centralidad— cuestionada y lejos del acuerdo casi global de hace algunas décadas— continúa siendo determinante.

Las premisas del libre mercado y de la competencia en igualdad de condiciones marcan pautas de comportamiento que se encuentran muy instaladas en los sujetos. Los procesos de individuación modernos se han radicalizado con la emergencia del “neoliberalismo” por lo que su influencia en los modos de relacionamiento sigue siendo determinante. Incluso, la situación de precariedad de la “crisis liberal” puede ayudar a profundizar esa narrativa de solución biográfica, del “yo” como vehículo para el éxito.

No sabemos si el liberalismo— y en esto Harari (2018) es claro— al ser ahora un relato en disputa va a desaparecer como narrativa global, o va a ser reemplazada por otra con su misma pretensión hegemónica. Lo que si creemos saber son dos cosas: (1) esa centralidad como explicación social va a ser ocupada por uno o varios relatos en la brevedad. (2) pese a que ahora es una representación social en disputa, y que ha perdido valor explicativo de la acción individual, sigue siendo determinante de ciertos modos de comportamiento, en particular de aquellos que responden al “sujeto de rendimiento”, a la concepción del individuo como único responsable del éxito o el fracaso social más allá de las condiciones sistémicas.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/juan-pablo-trujillo/

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