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Daniel Quintero fue muy hábil en su forma de comunicar, hay que reconocerlo. Logró venderse como un político independiente y con una alta consciencia social, como un tipo con una carrera empresarial astronómica que empezó desde la pobreza extrema, con una familia maravillosa y un interés genuino por Medellín. Nada de eso era cierto, pero precisamente eso le da más mérito a su estrategia. Sin embargo, y sorprendentemente, ahora no deja de equivocarse.
La pelea agresiva que ha mantenido en el concejo y con los medios de comunicación es, más que un libreto, el agotamiento del mismo. Sorprende que, quien fue hace unos años tan certero, ahora no se dé cuenta de que agotó sus recursos. La vieja confiable de achacarle todo al uribismo dejó de ser confiable hace más de un año. Mi teoría es que es difícil pensar con claridad en medio de un asedio que tiene tres frentes: judicial, mediático y político. Especialmente porque en los tres, Quintero está perdiendo rápidamente terreno.
¿Dónde está el error? Primero, en su propio éxito. El equipo de Quintero trabajó activamente para que Petro fuese presidente, pero esa victoria paradójicamente les destruyó su relato. Hasta hace un año eran unos paladines luchando contra el malvado poder hegemónico, pero ahora que son gobierno la pelota quedó en su cancha, y la gente espera de ellos resultados, acciones concretas y no discursos. Nunca pudieron cambiar y se quedaron en el lenguaje opositor.
No solo no cambiaron el lenguaje, es que al haber cambiado el panorama, la lupa se pone sobre su mayor debilidad: los resultados que tienen para mostrar son francamente pobres. Incluso tienen el descaro de difundir como logros imágenes de renders, pero es que no hay a qué más acudir, Quintero no tiene nada para mostrar.
Excusas gastadas, sin resultados, con sus enemigos multiplicados y envalentonados, escándalos mediáticos con pruebas cada vez más contundentes, sucesores inexpertos y en competición entre sí, y su mayor aliado, que es el gobierno nacional, los trata con distancia al tiempo que enfrenta problemas similares.
Oscuro panorama para Quintero. Tiene el dinero, se nota a leguas la inversión en publicidad, pero como no tiene un buen mensaje es plata quemada. Por fortuna para Medellín, Quintero comete un error en un campo que dominaba, y acelera su caída ¡Qué dicha!
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