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El encuentro de dos mundos

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Algunos filósofos contractualistas se imaginaron al estado de naturaleza como un momento de la humanidad sin ninguna ley que ordenara la sociedad. Esta idea les permitió explicar el origen del Estado, describir la manera como las mujeres y los hombres pactaron una forma de organización.  

La historia que se cuenta en las facultades de ciencia política es que el ingenio de Thomas Hobbes o de Jean Jean-Jacques Rousseau permitió la emergencia de esta hipótesis sobre el surgimiento del Estado. Lo que no se cuenta tanto es que esa idea fue posible por el encuentro de dos mundos. David Graeber y David Wengrow relatan en “El amanecer de todo” que los diarios de indias fueron fundamentales para el desarrollo de esa idea.

Los indígenas americanos tenían formas organizativas que asombraron a los misioneros y que relataron en sus diarios de viaje. Incluso, Graeber y Wengrow sostienen que los conceptos de libertad e igualdad tomaron relevancia gracias al descubrimiento de América por parte de los europeos. Al respecto dicen en su texto: “sugerimos que hay una razón por la que tantos pensadores clave de la ilustración insistían en que sus ideales de libertad individual e igualdad política se inspiraban en fuentes y ejemplos de nativos americanos: porque era verdad”. 

Lo que se encontraron los expedicionarios (el nuevo mundo) les permitió imaginarse otras posibilidades de existencia que derivaron en hipótesis sobre el surgimiento del Estado, como en el caso del estado de naturaleza, pero también en una honda curiosidad y vitalidad en el pensamiento. El intercambio, el choque sí se quiere, de cosmovisiones produjo un sincretismo intelectual muy fértil para la imaginación. La ilustración, en ese sentido, es menos una cruzada cultural de la racionalidad europea y más una conversación entre dos mundos, entre dos formas de entender la vida. Los indígenas americanos que los jesuitas describían en sus diarios de viaje fueron sujetos activos en la consolidación de las ideas de la modernidad.    

La historia no contada — o al menos poco comentada del estado de naturaleza y las indias — es maravillosa porque nos recuerda lo que puede suceder cuando dos mundos se encuentran, cuando los otros, los extraños, nos narran su forma de ver la vida, sus creencias y sus principios. Hay una especie de síntesis maravillosa que da entrada a nuevas ideas, a la imaginación y a la creación. En tiempos de migraciones masivas, es bueno recordar que el otro, el extraño, no es amenaza. Es posibilidad.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/juan-pablo-trujillo/

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