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Esteban Mesa

El desayuno

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Todavía es muy pronto para hacer una evaluación seria y profunda de un gobierno. Faltan muchas cosas por pasar; el presupuesto, el plan de desarrollo, la contratación, la ejecución, la paz y las posturas del día a día de un líder sobre situaciones imposibles de prever. Sin embargo, ya hay alguna información como para tener una idea de lo que puede ser la Colombia de los próximos años.

Lo primero que me llama la atención es el ritmo y la forma en la que se ha conformado el equipo de gobierno. Los nombramientos han sido, en muchos casos, lentos y polémicos por el aparente desconocimiento de las respectivas áreas asignadas. El ministerio de minas, el DPS y el ICBF son buenos ejemplos. Lo más grave es que las demoras y repartijas envían el mensaje de falta de claridad en el proyecto político, en la ruta concreta más allá de las ideas generales. Con la excepción de algunos nombres, no se ve un equipo compacto que llega al poder a hacer lo que ha diseñado y construido desde hace años.

Se ha visto también toda la mano de la política tradicional en el congreso. La negociación con los partidos Liberal, Conservador, la U, por ejemplo, sumado a la elección del Contralor, han demostrado que la forma en la que hizo la campaña es la forma en la que se gobernará. Todo vale a la hora de negociar con tal de sacar adelante algunos puntos relevantes de la agenda de gobierno. Es una vergüenza que el cambio sea de la mano de César Gaviria y el partido conservador, con sus conocidas prácticas clientelistas en las que nunca pierden pero tampoco gana Colombia. Veremos qué tanto le alcanza a Francia Márquez el manojo de funciones sin dientes que le impusieron.

El proceso de paz es otro punto importante. Parece haber un exceso de ambición que pretende hacer todo rápido, fácil, con todo el mundo a la vez, en unas conversaciones de las que poco sabemos. Es entendible que en esta etapa haya reservas y que más adelante conozcamos los detalles pero no soy optimista de que en poco tiempo se pueda negociar con el ELN, las disidencias de las FARC y las bandas criminales. Nunca es tan sencillo poner fin a una guerra que es también un negocio multimillonario, como todas las guerras. Y sigue el desgarrador conteo de masacres.

Pero además, esa velocidad puede venir con errores estratégicos y legales. No comparto que se negocie con las disidencias de las FARC como si recientemente no hubieran incumplido su palabra y elegido seguir matando. No es lo mismo negociar con el ELN que con ellos. Espero que la conversación avance en términos de sometimiento a la justicia, aunque lo dudo.

Petro llegó embargado de dos formas, por un lado, la clase política a la que ya le está dando juego y por el otro las expectativas desbordadas por sus promesas y sus reformas. En ese contexto, todos los sectores quieren asegurar su revolución: minas un día quiere comprar gas a Venezuela, salud quiere menos plata, aparentemente para forzar una crisis que sustente la reforma; trabajo quiere acabar de un plumazo los contratos de prestación de servicio, cancillería intenta un acercamiento con Nicaragua que termina en garrotera y avanza acelerada una agenda con Venezuela con poca información. Mientras tanto se habla muy poco de educación, esperemos que sea porque se está trabajando bien, y no se dice nada de la lucha contra la corrupción de la que Petro tanto hablaba hasta 1 año antes de su elección, cuando empezó el todo vale.

Se ha notado el choque con la realidad cuando se pasa de ser oposición a gobernar. Esperemos que el aterrizaje sea rápido y seguro para que podamos avanzar con realismo y prontitud en los temas priorizados. El plan de desarrollo es una gran oportunidad para definir con claridad la hoja de ruta para lo que viene.

Habrá que esperar a ver qué pasa con el almuerzo.

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