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Querida Miranda, no haz nacido aún y ya tuviste que pasar, en el vientre de mamá, por la pérdida de una de las personas que más feliz estaba con tu existencia. Esto seguramente cambió la forma en que te sentías y llenó de emociones el pequeño nicho que te acoge. Realmente toda la familia que te espera con amor se conmovió bastante con la partida de tu abuelo.

No lo vas a ver con vida pero mucho de lo que somos tus tías, tu tío, tu abuela y yo, tiene que ver con la impronta del abuelo Gustavo, su presencia estará de muchas formas y tus preguntas sobre él serán muchas y variadas. Trataré de darte siempre la imagen más fiel que recuerde, en lo bueno y lo malo, de esa persona que solo verás en fotos.

El abuelo fue una persona feliz que partió con la serenidad de la buena vida; de la que se vivió con plenitud. Siempre trató de hacernos feliz en la medida de las posibilidades en las que vivíamos y también de enseñarnos que las limitaciones no eran un obstáculo para ver la vida con alegría. La perseverancia de tu abuelo y su constancia eran su forma de irradiar esperanza.

Te van a contar muchas historias: que era locuaz, al punto que hacía tantos chistes que de muchos solo él se reía; el abuelo fue profe toda su vida y muchas personas te contarán sobre eso porque fue como lo conocieron, un maestro consagrado que dejó recuerdos en sus alumnos pese a los años largos que llevaba retirado; sus amigos no eran muchos, pero eran todos entrañables, al punto en que te tratarán como una cercana más; en la familia te hablarán de lo cercano que era, del vínculo apegado e íntimo que tenía con la abuela; la familia más amplia te contará que fue un buen hermano y un buen hijo. Tu abuelo fue una gran persona.

Yo te hablaré del padre que tuve, del que espero haber aprendido lo suficiente para ser un buen papá contigo, y si en algo tiene que ver el ejemplo, él no pudo darme uno mejor. Te hablaré de que todos los libros que ves por la casa, y por los que discutiremos cuando quieras rayar, me atraparon desde cuando veía la biblioteca de mi propio padre. Cuando la abuela esté leyendo, y te sorprenderá lo mucho que lee, te sentirás un poco cercana a él porque las letras e historias en libros eran parte de su ser y esencia y nos lo pasó a tus tías Gelica y Eli, a tu tío Santi y a mí.

Lo más importante de la memoria del abuelo, querida Miranda, es que pienses y busques la felicidad sin desconocer los tiempos duros de la vida. No llegas al mundo a sustituir la partida del abuelo, ni debes cargar con ser la alegría que borra un momento difícil; disfrutarás de su bonito recuerdo sin resignar los momentos maravillosos que te depara la vida con las dos abuelas y el abuelo que te van a recibir pronto con todo el afecto del mundo.

La tristeza por su ida coincide con la alegría de recibirte, y verás que los claros y los oscuros, los dulces y amargos, son los sabores y los tonos de los que se compone la vida, esa que espero, ansioso, poder compartir contigo con la felicidad con la que compartí la existencia en la que coincidí con mi padre.

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