El abanico de ideas estúpidas

Una idea estúpida lo seguirá siendo sin importar que se comunique con bellas palabras o cuente con el apoyo mayoritario de la opinión pública. Las ideas estúpidas, pueden tener una larga vida: tontería y longevidad no son conceptos excluyentes.  La “guerra contra las drogas” es el ejemplo perfecto de una idea estúpida que aguanta y persiste. 

Sobre el tema se ha escrito mucho, pero lo cierto es que la estrategia de enfrentar la producción, comercialización y consumo de ciertas sustancias como un problema penal o de seguridad nacional, no ha funcionado.  Así lo indican las estadísticas, según las cuales, a pesar de que el mundo se ha gastado cerca de 3 billones de dólares (millones de millones) en los últimos 50 años en esta “guerra”, hoy la producción, disponibilidad y los precios de muchas de las sustancias perseguidas no muestran cambios significativos. Imagínense esos recursos invertidos en salud, educación, transición energética o alimentación. Los costos en vidas humanas son más difíciles de calcular, pero son un factor mucho más doloroso y perturbador de esta idea estúpida. Las drogas siguen produciéndose, transportándose y llegando a los consumidores sin mayores problemas.

El problema de las ideas estúpidas no es solo que cuestan mucho y no logran nada bueno, sino que atraen y reciclan otras ideas igualmente insensatas. En los años 80 y principios de los 90, mientras se enfrentaba el narcoterrorismo de Pablo Escobar y con el flujo de droga hacia EU y Europa casi incólume, varios políticos gringos como Ed Koch y Ernest Hollings, propusieron bombardear Medellín. Si el Cartel era de Medellín y eran ellos los responsables de todo lo que estaba pasando, pues volemos ese pueblo. La lógica electorera era perfecta. Esta idea nunca se llevó a cabo, pero eso no quiere decir que haya sido vencida. Voltaire decía: “las ideas estúpidas no mueren; cambian de nombre”.

La nueva versión de esa idea es el bombardeo en el Mar Caribe de navíos que se sospechan trafican drogas. Para empezar, no existe sustento legal para proceder de esa manera. En términos jurídicos lo que hace la flota de EU son asesinatos extrajudiciales y este fin de semana, cuando devolvieron a sus países a dos sobrevivientes, un colombiano y un ecuatoriano, del ataque a un sumergible, los militares estadunidenses lo reconocieron manera tácita.  Ahora, para un presidente como Trump y para su secretario de guerra y ex presentador de Fox News, Hegseth, la legalidad no es un asunto importante cuando de lo que se trata es de transmitir la explosión en vivo de “narcoterroristas” (que no se judicializan cuando se capturan).

Las ideas estúpidas pueden dar para espectáculos impactantes, pero no para mucho más. Por el Caribe solo se mueve el 25% de la droga que sale de América Latina (por Venezuela menos del 10%) y, como lo han demostrado durante toda la historia, los contrabandistas siempre tienen la capacidad, los recursos y la paciencia para adaptarse. Estados Unidos, que prohibió y persiguió el alcohol durante 13 años con resultados desastrosos, sabe esto perfectamente.

A pesar de todos sus desaciertos y de su incapacidad para construir una política exterior y antidrogas coherente, consistente y bien estructurada, el presidente Petro tiene razón en señalar la ilegalidad de los ataques en el Caribe y en reclamar por el asesinato de compatriotas, sin importar si son pescadores o ladrones de armas.  La idea estúpida de nuestro mandatario, para seguir con nuestro tema inicial, fue pararse en una plaza en Nueva York a pedirle a los militares norteamericanos no acatar las órdenes de su comandante en jefe.  Eso no se hace con ningún jefe de estado, por principio, pero hacerlo con un gobernante megalómano, ignorante y agresivo en su propio país es básicamente un suicidio con inmensas consecuencias colectivas. Trump, que siempre es capaz de llegar más bajo que cualquiera, llamó al presidente Petro facilitador del narcotráfico y amenazó con acciones bélicas contra el país.

En el abanico de las ideas estúpidas, meterse en un espiral de insultos y enfrentamientos con EU en estos momentos puede clasificarse como una de las top. Sin renunciar a defender la soberanía y sin tener que caer arrodillados ante el condenado por 34 delitos, se tiene que poner la diplomacia estratégica, pausada y profesional a trabajar.  Romper y confrontar solo generará ventajas para todos los negocios y grupos ilegales e impulsará inmigración hacia el norte. 

Aunque no lo parezca y a pesar de lo dicho en la entrevista con Coronell, el presidente Petro es el adulto de esta relación. Colombia, es de lejos, quien más tiene para perder en esta pelea. La única buena idea en estos momentos es desescalar la palabra y buscar los canales diplomáticos que bajen la tensión y permitan restablecer y revisar la relación bilateral. Hay que cambiar de interlocutores, recurrir a negociadores con experiencia y hablar de los retos comunes.    Petro tiene la palabra y el poder. Puede insistir en la confrontación con Trump y la cercanía con Maduro o puede concentrarse en los problemas internos y sus soluciones. No es muy complejo, la verdad, pero ya sabemos que las ideas estúpidas son tercas y tozudas.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/santiago-londono/

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