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La pregunta es muy seria: ¿dónde van a nacer los niños y niñas de este país? Las unidades obstétricas de la ciudad y del departamento las cierran como a los malos negocios, porque no son rentables.
Parece que la única aproximación a la maternidad, a la gestación y a la salud de las mujeres, es económica. Le salimos muy caras al sistema de salud y por eso es mejor desatender la vida. Este problema es mucho más que un problema de género, porque aunque la maternidad recaiga sobre los cuerpos femeninos, lo que está en jaque es el nacimiento de todos y de todas. Desatender a las mujeres, especialmente en lo relativo a la salud sexual y reproductiva, es un atentado a la humanidad.
Ya era lo suficientemente grave que hubiera partos deshumanizados o programaciones de cesáreas como si fuéramos ganado para la comodidad y rentabilidad de los médicos, como para que ahora no haya siquiera servicio.
La situación es triste. “Más de 10 IPS en Medellín habían puesto en alerta a los entes de control, al Gobierno Distrital y Departamental sobre el cese de sus servicios, de estas, a la fecha, aproximadamente 6 han cerrado”, dijo en un comunicado la Personería de Medellín refiriéndose al cierre de servicios de obstetricia.
La vulneración de derechos humanos es innegable y se agudiza con la actual crisis del sistema de salud. Algo hay que hacer porque los derechos de las mujeres son siempre los primeros que desaparecen ante cualquier crisis económica, política o social; siempre se están feriando nuestras garantías. Esto no es un tema ideológico, ni político, mucho menos discursivo y no puede pasar solo por la lógica de la rentabilidad, este es el tema central de una sociedad.
Cerraron los centros de San Vicente Fundación, de la Clínica del Rosario, del CES, Las Vegas, la León XII y la Clínica Medellín. La vulneración con ello es a varios derechos según la Personería, “Esta crisis no solo impacta en las cifras de morbi-mortalidad materna, sino también la garantía de derechos para realizar una interrupción voluntaria del embarazo.” Y para empeorar la situación, han aumentado las denuncias de partos deshumanizados según la misma entidad.
Estamos dando muchos pasos hacia atrás, nos estamos convirtiendo en un país en el cual es fácil morir de hambre y en el que nacer es un privilegio.
Si el Estado y el mercado no son capaces de resolver lo mínimo -la niñez, la gestación y el alimento- definitivamente tenemos un sistema fallido que no protege la vida. Y la verdad es que poco ha importado si es la izquierda, la derecha, los neoliberales o los conservadores los que gobiernan; a ninguno le ha alcanzado para hacerle frente al bienestar de los ciudadanos.
Pero mientras el Estado y el mercado “sofisticado” de salud le fallan a la vida, hay esfuerzos que cada vez crecen, soluciones que están en manos de los civiles que sí quieren recibir con amor y respeto a los nuevos hijos de esta sociedad.
Este el caso de la partería, que aunque ha sido una práctica ancestral más o menos clandestina, ahora empieza a ganar relevancia desde que fue reconocida en el 2022 por la Corte Constitucional como “saber ancestral y patrimonio cultural de la Nación”. Este paso fundamental en el reconocimiento de prácticas especialmente del Pacífico colombiano, busca “integrar a las parteras al Sistema General de Seguridad Social en Salud” y ahora el congreso debe legislar sobre el tema. Por supuesto que no lo ha hecho porque nuevamente nos ponen en la cola legislativa y de prioridades nacionales. Nacer está en el último lugar.
A las parteras de Colombia habrá que hacerles un especial reconocimiento, pero también es inminente que puedan hacer parte del sistema de seguridad social, porque están salvando todo aquello que la sociedad organizada decidió abandonar por las razones que sea, que ninguna debería ser una excusa.
Con esto, la partería deja de ser una práctica “Pachamerta” y hippie, como varios la han llamado para estigmatizarla y burlarse, para convertirse hoy en el soporte más importante que tienen las regiones al sistema de salud en lo referente a la obstetricia.
Nuevamente las mujeres salvando las mujeres, nuevamente la ciudadanía haciendo lo que sus gobernantes y líderes abandonan en sus apretadas agendas.
El hambre, los derechos de los niños y niñas, y la protección de la tierra, deberían empezar a ser los temas más serios que aborden los líderes, por lo menos para aquellos que están en América Latina, debería ser su obsesión. Sé que priorizar es complejo en un país multi-problema, pero cuando cada día que pasa sin que actuemos alguien deja de comer, no pueda nacer o muera en el intento o no tenga siquiera agua; entonces la prioridad se estableció sola, no hay mucho que pensar.
Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/juana-botero/