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Esa sensación de estar viviendo algo que ya se vivió. Una repetición que se siente en todo el cuerpo y crea confusión. Esa recreación de lo vivido lo estoy sintiendo al ver lo que sucede en El Salvador y en Ecuador. Estricta seguridad, deshumanización, miedo, retenes, armas, ejércitos, mano dura, cifras… ¿No es esto lo que Colombia ya vivió? Lo de Bukele no es novedoso, solo que parece estar siendo utilizado como una excusa para regresar a lo que Colombia ha tenido siempre.

La política de seguridad democrática en Colombia se enfocó en la mano dura, la guerra, el fortalecimiento de la seguridad, del ejército, del armamento. Todo ello, para acabar con las FARC. Había cansancio y un miedo por parte de la población, pero también había un enemigo. El cansancio (que, en ocasiones, carga odio), sumado con el miedo, y la existencia de un enemigo, crearon la receta de la seguridad que gobernó entre 2002 y 2010 (con rezagos posteriores). El objetivo único era derrotar al enemigo, sin importar cómo.

Al leer sobre El Salvador o Ecuador veo que ya seleccionaron los ingredientes. En ambos casos hay enemigos claros. Hay unos “malos” que hay que derrotar, así como un cansancio y un miedo de una parte importante de la población. La receta es clara, lista para cocinar.

Así, mientras están cocinando, Colombia ya sirvió la mesa y comió. El problema es que no obtuvo ese sabor delicioso a leña, como el del sancocho, sino uno salado y metálico: sangriento. Sangre inocente se derramó. Lo hizo de todas las formas posibles e incluso de las inimaginables. La idea del enemigo se desdibujó y creó más confusión y división. La comida ocasionó que perdiéramos la voz. Nuestras vocales se convirtieron en disparos y las palabras en móviles para construir listados de muertos futuros. Nos intoxicó.

Esta es entonces una invitación a cambiar la receta. El cansancio y el miedo no pueden llevarnos a desconocer la humanidad del otro y construir enemigos de película que no son más que personas como usted o como yo. El cansancio, el miedo y un enemigo no pueden llevarnos a perder la voz. A usar cualquier miedo para encontrar una falsa ilusión de tranquilidad. La idea del encierro y la muerte no es otra cosa que una demostración de que nuestra receta falló. Fallamos como humanidad si permitimos que se siga cocinando la muerte en vez de la vida.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/martin-posada/

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