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“¿Me vas a defender? Te nombro mi apoderado”, fue el mensaje que recibí de Pascual el viernes a las 11:00am. “Ahora en qué se metió este güevón”, pensé. A continuación, me envió la denuncia que había interpuesto en su contra el alcalde de Medellín, Daniel Quintero Calle, por injuria y calumnia.

Quintero se basa en un trino de Pascual, escrito el 24 de julio de 2022, que dice lo siguiente: “Quintero solo quiere llenar un coliseo con estudiantes de bachillerato para entregarles un computador y sentirse Bill Gates. Ya lo hizo Luis Pérez hace 15 años. Daniel Quintero es el farsante más grande que ha pasado por Medellín… Y corrupto para completar”. 

El trino hecho por Gaviria es una respuesta a la escritora Carolina Sanín, quien estaba preguntándole a Daniel Quintero qué se estaba haciendo para enfrentar el problema de prostitución en la ciudad.

El alcalde, quién no suele recibir interpelaciones desde Bogotá, ciudad en la que vive Sanín, pues parece que desde allá lo siguen viendo como un estadista, le contestó a Carolina: “Caro, invertimos en respeto, oportunidades y educación. Una niña, un niño un computador (sic), media técnica en cada colegio, matrícula cero. Zonas rosas toque de queda menores desde 10PM, programas de protección sexual e información al turista sobre delitos sexuales. ¿Alguna idea más?”

Al final, Sanín contrapreguntó: “Daniel, ¿cuál toque de queda? La calle está llena de menores. ¿Y las mujeres y niñas indígenas bailando merengues por limosna cada dos esquinas en la calle 10, día y noche, noche y día? ¿Y quién las pone allí? ¿Están investigando eso? ¿Importa?”

Pascual ha sido muy crítico de Quintero Calle. De hecho, fue uno de los que salió en el listado de los “perfilados” -perseguidos, diría yo- que tenían en la alcaldía, al mejor estilo de los regímenes totalitarios, en el que se consignaban datos de los contradictores más vehementes hacia la administración municipal.

Desde su cuenta de Twitter y su columna en El Espectador, Gaviria se ha convertido en una de las personas, entre muchas, que develan lo que sucede en Medellín: una ciudad al garete por culpa de un alcalde, una gestora social (primera dama) y unos secretarios incompetentes; un grupo político que llegó para volver lo público un negocio privado; y una partida de soberbios que creen haber tocado el cielo con las manos por la palomita de “poder” que se encontraron hace tres años.

Quintero anda desesperado porque el 51% de los encuestados, según Invamer, no aprueba su gestión. La estantería se le está cayendo antes de las elecciones y le va a pasar factura el próximo año. La gente le cree cada vez menos y su proyecto político, con él a la presidencia, tambalea. 

En su inseguridad de tirano, el alcalde denuncia a Pascual porque, parafraseando a Nietzsche, el filósofo alemán, un hombre soporta más fácilmente la mala conciencia que la mala reputación. Quintero se conoce, pero no quiere que lo conozcamos.

Hay que defender a Pascual. 

Quintero, demándenos a todos.

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Hace unos años, Pascual le decía corrupto a Luis Pérez Gutiérrez, ex alcalde de Medellín y por entonces candidato a la Gobernación de Antioquia. Éste lo demandó por injuria y calumnia, caso que fue archivado. Hoy, Luis Pérez anda enredado con tierras que presuntamente son de paramilitares.

Esperemos unos años para ver qué pasa con Quintero.

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