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De una amor en blanco y verde

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Para escuchar leyendo: Toco y me voy, Bersuit Vergarabat

Nunca he logrado entender el afán de muchos por encontrarle lógica y razón a cada aspecto de su vida. Cuánta dicha hay en aquellas cosas que no entendemos, pero que pasan y disfrutamos, sufrimos y vivimos. El amor, por ejemplo, es un sentimiento ilógico, que si bien puede tener raíces que se rastrean para entender su origen, siempre termina llevándose consigo cualquier asomo de racionalidad de quien lo padece/disfruta.

Quiero hablar de uno, en particular, que lleva varios meses doliéndome, el que siento por Atlético Nacional.

El miércoles pasado, habría cumplido 57 años uno de los más grandes ídolos en la historia verdolaga, Andrés Escobar; y ninguna de las cuentas ligadas al club hizo siquiera una mención. Meses atrás, cuando la muerte nos arrebató al popular Vitri -icónico hincha del equipo-, la foto que utilizaron para darle el pésame fue la que tomaron cuando la actual dirigencia lo humilló y lo dejó por fuera del predio donde antes era recibido con brazos abiertos. Horas previas a la final de liga contra Millonarios, en las redes del club circuló una imagen dando, supuestamente, ánimo a los jugadores, lo curioso es que mostraba exactamente los once inicialistas que el técnico no había querido anunciar.

Tantos errores no pueden ser mera casualidad, creo yo, querido/a lector/a, que es más bien una provocación. Una a la que debemos agregarle el pésimo nivel deportivo, los errores que nos han costado humillaciones históricas y la franca decadencia que vive hoy el equipo que supo ser campeón continental hace apenas unos años. No hay un solo hincha de Nacional que hoy no se sienta desesperanzado y frustrado.

Y claro, como es natural la hinchada se ha expresado, la crisis es evidente y la tribuna es un hervidero en cada partido. Las redes, incendio incontrolable, han señalado responsables que impunemente siguen ganando millonadas, porque nada cambia, nada pasa.

Porque nada tiene que cambiar, nada tiene que pasar, porque el Atlético Nacional es un negocio para sus dueños, una inversión. Lo que para muchos es una pasión inexplicable, un amor profundo, una compañía permanente, una tarjeta de regreso a la infancia, para los Ardila es simplemente una entrada económica.

Querido/a hincha, la verdad es esa, de amores y sentimientos no entiende Benjamín Romero, Mauricio Navarro, Esteban Escobar y, muchísimo menos, Carolina Ardila. Y nuestras banderas, nuestras pancartas y nuestros canticos nada les generan, no les importa y, creo, hasta les divierte. Nuestro dolor de cierta forma los motiva, los llena, los alimenta.

Si de veras hablamos de cambios, si queremos que se transforme radicalmente nuestro equipo -nuestro en el sentimiento, ajeno en la propiedad-, no podemos seguir reaccionando como hinchas, sino como clientes, que es la única condición que nos hace ser tenidos en cuenta por los malevos y oscuros personajes que hoy pisotean nuestra historia.

No podemos abonarnos, no podemos comprar boletas, no podemos consumir ningún producto que le genere ingresos al Club. No podemos, en resumen, seguir siendo cómplices de los que buscan acabar con la pasión de millones de personas.

Ojalá vuelvan los tiempos en que todos juntos, la hinchada y los jugadores, volvamos a ir juntos por la gloria. ¡Ánimo!

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/santiago-henao-castro/

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