El ambientalismo es una de las causas en las que he creído durante más tiempo. Me convenció muy temprano en mi época universitaria gracias a docentes y amigos de quienes aprendí la esperanza de tener un impacto positivo en el mundo.

Eso de que hay que cuidar el medio ambiente es innegable. El 30% de la población mundial se expone a calores potencialmente letales más de 20 días al año y 2019 fue el segundo año más caliente desde que se tienen reportes.

Los efectos del cambio climático son evidentes en Colombia en específico, calores más pronunciados y precipitaciones más fuertes que causan desastres cada vez más difíciles de controlar.

Un estudio publicado recientemente en JEEM -una de las revistas de economía medioambiental más importantes del mundo- cuantificó los efectos del calor en la mortalidad, encontrando que para 2016, un día más de calor superior a los 25° se relacionaba con un aumento de 137 muertes en el promedio mensual, mientras que un día más de frío inferior a los 19° representaba un incremento de 631 muertes. También encontraron que, mientras los calores extremos afectan más a los niños de 0 a 9 años, los fríos atacan particularmente a los adultos mayores.

No me cabe duda de que la acción climática es urgente. Sin embargo, hoy me cuestiono sobre el valor de las acciones individuales. Vivir en China me ha mostrado lo que significa verdaderamente el consumo; el gasto indiscriminado de agua, el desperdicio de papel y la utilización innecesaria de plásticos son masivos en cada esquina.

Este país, junto a Estados Unidos, India, Rusia y Japón se ubican entre los más contaminantes si medimos la emisión de CO2. Colombia produce sólo un 0.23% del total este gas a nivel mundial.

Regresemos a las acciones individuales. Taylor Swift emite 8205 toneladas de CO2 sólo en el uso de vuelos privados cada año, mientras que el estadounidense promedio emite 14 entre todas sus actividades diarias. Un colombiano emite 1.4 toneladas, 10 veces menos.

Es difícil hablar de pitillos de papel y cepillos de madera en Colombia mientras las potencias mundiales encabezan los índices de contaminación con niveles muy superiores a los nuestros.

¿De qué sirve intentar cuidar el medio ambiente con acciones individuales cuando lo que sea que haga es infinitas veces menor al daño causado por otros? Esta pregunta lleva varias semanas dando vueltas por mi cabeza y cada vez me siento más lejos de la respuesta.

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