De malas

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A este país —lleno de gente a la que le gustan tanto las buenas formas y las apariencias— le resonó con fuerza de escándalo que su vicepresidenta, aburrida ya de la misma cantinela un día sí y otro también sobre el uso de un helicóptero para llegar segura a su casa, escogiera una preposición y un adjetivo para juntarlos en una expresión de hastío: de malas.

Déjenme pasar de largo por el debate inane de si debió o no escoger justo esas dos palabras, porque en el fondo, en este mismo país que aplaudió el mamola de Serpa y en el que hay aún gente que celebra y extraña la furia impostada de aquel “le doy en la cara, marica”, no deja de ser asombroso que moleste y cause tanto ruido el retador “de malas”, de Francia Márquez.

No es el gasto en el uso del helicóptero lo que los molesta, porque esquemas de seguridad costosos sobran en Colombia. No es tener de vecino a un funcionario del estado en su exclusivo barrio lo que les incomoda, porque siempre ha sido Colombia un país de parcelas donde a algunos les gustaría que solo convivieran sus iguales. Se sueñan barrios que sean clubes sociales… y hay quienes los tienen.

El problema en el fondo, sospecho, sigue siendo el mismo: ni el helicóptero ni la bravuconada, ni la casa, sino que les sigue molestando ver a una mujer negra y pobre en un puesto de poder. Hay quienes todavía no pueden con ello.

Ataca María Fernanda Cabal (a quien le gusta ir confundiendo peras y manzanas, revolviendo el río donde luego echará los anzuelos para la pesca que la beneficia) y le da aliento al más rancio de los clasismos y racismos que siguen habitando este país, a veces solapados y vergonzantes, otras exhibidos sin vergüenza, ambas igual de problemáticas.

No sé qué es lo que quieren: ¿ver a Francia andando en burro, usando costales como vestidos y viviendo en una choza?

Pero hay más. Porque allí se esconde la vieja trampa que astutamente crearon algunos y que logró calar en muchos y que hace imposible, además, criticar la desigualdad, porque si lo haces, pero en la vida te ha ido bien, entonces eres un hipócrita. ¡Pero tienes iPhone y carro!, te espetan. Y si cuestionas la desigualdad porque la padeces, te tratan de rencoroso, de tener odio en el alma y en el corazón.

A Francia la persiguen con más saña no porque la consideren el eslabón frágil del gobierno Petro, su recorrido como lideresa la avala, sus logros políticos le dieron el lugar que ahora ocupa, su fuerza como líder la puso en la escena política.

A Francia la persiguen porque el racismo estructural y el clasismo juegan en su contra y aún hay quienes cuestionan su idoneidad no por su capacidad, sino por el color de su piel o su origen.

¿Es Francia intocable e incuestionable, entonces? Claro que no. Pero es lamentable que las críticas a su labor vengan de ese racismo soterrado que supura esta sociedad que ha sido incapaz de ser comprensiva consigo misma.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/mario-duque/

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