De los que conozco
de los de acá
Y ese —es pregunta
Ese es de los que no
de los que no lloro
de los de allá
Un muerto que no duele
un número
un sin nombre
Qué importa
ese
que pensaba distinto
que vivía lejos
que quién sabe qué haría
Un muerto en una lista
que lo llore su mamá que lo crió
y no nosotros
no llega ni a nota secundaria en el periódico
si acaso en el Q’hubo
con titular en rojo
pero a ese no lo conocía nadie
o quién lo mandó
a vivir por allá
a ir por allá
a estar por allá
allá
donde el mapa es un dibujo
allá
donde las ideas no son las mías
no era famoso
ni de sangre azul
quién
ese
cualquiera
ese buen muerto
mientras no sea de los míos
qué más da
porque si es de los míos
pues claro que vamos a llorar
este país tan violento
pobre país este que nos mata
espérate un momentito
lloro
lloro un poquito y mucho
qué buen hombre
qué hijo
qué padre
qué señor
y van
y lo matan
y él
tan bueno
bendito sea mi dios
hombre tan perfecto
nos han matado a un héroe
nos han roto
no hay futuro
un muerto
espérate miro de los muertos de dónde
para decirle al corazón
si es que hay que llorar
—-.——
Anotaciones de lectura
En el libro In the wake: on Blackness and being, la autora Christina Elizabeth Sharpe reflexiona sobre las distintas representaciones de ser negro, de lo que significa una vida como persona negra después de la esclavitud y la insistencia en la violencia y la negación, marcas que todavía los acechan, con consecuencias.
Cuenta, por ejemplo, la historia de un barco en 1781 en el que fueron asesinados 132 (o 140 o 142) africanos: algunos murieron por falta de sustento y otros porque los tiraron al mar. “Un sacrificio de la carga por el beneficio de todos”, se justificaron en un juicio sobre la reclamación del seguro. Al principio no eran vistos como asesinados, sino como sujetos de propiedad: tiraron por la borda la mercancía.
Christina Elizabeth va al pasado varias veces para explicar el presente. Y me ha hecho pensar en cómo vemos al otro. Cómo el otro no nos importa si es distinto, si no es de los nuestros. Quizá parece un contexto muy específico, la época de la esclavitud, la comunidad negra (the Black Life), pero justamente ella está haciendo un análisis que se amplía en tiempo y espacio: lo que todavía los acecha.
Ahí es cuando me quedo pensando justamente en cómo vemos al otro, cómo no nos duele el otro, qué importa. El otro no es tan humano como yo, o es menos. Puede ser un objeto que se tira por la borda por el beneficio de todos (nosotros).
Es una reflexión que necesita más, que es compleja per se, pero mi mente está en este bucle: en los muertos, en cómo nos duelen solo los muertos que son de aquí. Los nuestros.
En otro documento que estoy leyendo, Precarious Life and Obligations of Cohabitation, Judith Bluter reflexiona sobre la teoría de Hannah Arendt sobre cohabitar la tierra. “Nadie tiene la prerrogativa de elegir con quién cohabitar la tierra. Podemos elegir de alguna manera cómo vivir y dónde, y de forma local, elegir con quién vivir. Pero si tuviéramos que decidir con quien cohabitar la tierra, estaríamos decidiendo qué porción de la humanidad podría vivir y cuál morir (…)”. Al final del documento, todavía hablando de Arendt, la autora repite: “Vivimos juntos porque no tenemos otra opción”.
Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/monica-quintero/