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Cuando uno vuelve a un lugar al que pertenece el tiempo deja de ser lineal. ¿Cómo es posible sentir que las experiencias recientes se han ido? ¿Cómo lograr mantener el recuerdo de lo que hemos sido en otros lugares?

Hace un mes volví a un lugar que fue mi casa por más de tres años. Hace un mes volví a sentir en esa casa que la identificación con otros es posible cuando se encuentran puntos en común desde el intelecto. Hace un mes tuve la sensación de no haberme ido, y hace un mes vengo preguntándome por el tiempo: el que es pasado pero reciente, latente pero difuso, y cierto pero ajeno.

Sentir nuevamente que pertenezco a esa casa me ha hecho pensar –o sentir nostalgia– en lo que se siente el pasado.

En mí el pasado se siente como la gratitud: la que se siente como el reconocimiento de lo que pasa y va quedando, como la certeza de que lo que dejó de ser es el determinante de lo que hoy somos, y como el anhelo por conservar el recuerdo –ya no de lo que fuimos– sino de las personas que conocimos.

Este es un espacio para decir gracias. Gracias por este mes y por tener varias casas. Gracias por el recuerdo que queda y por el anhelo del futuro. Y, especialmente, gracias por las personas de los lugares en los que he –de cualquier forma– sido. 

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/valentina-arango/

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