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Modas, tendencias, viralidad, polémicas. Es lo que parece controlar hacia dónde se dirige la humanidad y lo que es realmente importante. Más razones para huir de la propia identidad y responsabilidad ante el mundo. Y lo peor, es que todo el tiempo está cambiando.
Por eso es que cuidar el planeta no es cuestión de compartir mensajes bonitos, fotos de ballenas e indignación en las redes por uno que otro incendio. Tampoco se trata de esperar o idealizar héroes que nos van a salvar, mientras nosotros nos quedamos igual.
Esto es una cuestión individual y profundamente personal, que requiere romper la barrera de la comodidad y el bienestar inmediatos, para pensar más allá de la propia burbuja. Darle like o compartir un video no reemplaza ni de cerca los cambios de hábitos y costumbres que tenemos y que tanto daño le hacen a la naturaleza y a nosotros mismos.
Hay que bajarle a esas reacciones inútiles que solo limpian la conciencia y comenzar a cuestionar el daño que estamos causando, o el bien que estamos dejando de hacer.
Y sí, hay que hacerle presión a las empresas, a los gobiernos y a los grandes poderes que tienen mucha más influencia (¿y culpa?) que nosotros en la crisis ambiental que vivimos, pero si nos quedamos ahí, es como ponerle una curita a una herida grande: la raíz del problema está en cada persona. En vos, en mí.
¿Qué vas a hacer entonces?
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/esteban-perez/