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En lo que va de este año, 1.074 mujeres de Medellín han llamado a la línea 123 Agencia mujer para recibir acompañamiento psicológico por sufrir violencia física, mental y sexual. Se presume que, de 6 mujeres asesinadas en el 2024, 5 se tipifican como feminicidio. Las cifras de la violencia en Medellín y en Colombia son alarmantes, dejan en evidencia lo desprotegidas que estamos las mujeres, las niñas y las jóvenes, especialmente las de barrios más vulnerables.
Según Yiri Milena Amado, Directora seccional de Fiscalías Medellín, los lugares donde más violencia intrafamiliar sufren las mujeres son Robledo, La Candelaria, Villa Hermosa y Aranjuez, y es el domingo –curioso, el día en que los creyentes van a rezar– en el que más las violentan. Basta con caminar por la Calle 10, una de las más concurridas de la ciudad, pues en ella hay bares, restaurantes y discotecas de fama, para ver a ambos lados a mujeres y niñas indígenas completamente ignoradas y desprotegidas.
Incluso, muchas veces, a su lado hay patrullas de policía quienes supuestamente —y por decreto— están ahí para proteger a los menores de la explotación sexual y de los consumidores de droga. No veo la protección cuando más de 1.000 niños en la ciudad sufren desnutrición aguda y deben estar en la calle con sus madres (porque padres no se ven por ningún lado) esperando alguna limosna. Una doble violencia, porque son las madres pobres las que más sufren en la miseria.
El asunto de la violencia contra la mujer en Medellín es delicado y requiere de unas políticas públicas que garanticen nuestros derechos, de rutas seguras para la restitución de los mismos, pero también de acciones concretas que eviten tantos delitos contra nosotras. Una de ellas es la forma en cómo se habla desde lo público de nosotras las mujeres y la disposición política para incluir estrategias que de verdad nos favorezcan.
El 8 de marzo, como todos los años, la marcha feminista se tomó las calles de varias ciudades. Medellín no fue la excepción. Ese día, el alcalde Federico Gutiérrez, escribió en su cuenta de X: “En la conmemoración del Día Internacional por los Derechos de las Mujeres, visitamos Robledo, una de las comunas donde se presenta mayor violencia contra las mujeres, con la Directora seccional de la Fiscalía, Yiri Milena Amado, y la secretaria de las Mujeres, Valeria Molina. Reafirmamos nuestro compromiso de construir una Medellín libre de violencia contra las mujeres. Queremos una ciudad segura para ellas, que caminen tranquilas, que no tengan miedo y que, en lo público, encuentren un sistema eficiente que las acompañe siempre”.
El mensaje se percibe frío y distante. El Alcalde utiliza la expresión “para ellas”, cuando es conocido por hablar de tú, de vos, de ustedes, de ser un hombre cercano. Se lee cierta incomodidad y condescendencia en su trino. Es un mandatario haciendo la tarea porque toca, porque hoy es el día de “ellas”, no de “ustedes”.
Tres días después, el 11 de marzo, la Policía y la Alcaldía sacaron una imagen con las fotografías de ocho mujeres que participaron en la marcha y presuntamente cometieron actos de vandalismo contra algunas estaciones del Metroplús. Un cartel de mujeres buscadas por dañar vidrios y bienes públicos. No me gusta la violencia de ninguna manera, pero ¿cómo es posible que sea más eficiente e importante el pie de fuerza de la ciudad para buscar a unas manifestantes que, en medio de una protesta rayaron y dañaron un bien material, que los mismos feminicidas (porque el cartel de estos no existe), los proxenetas, los abusadores y los hombres violentos que viven en el mismo techo que sus parejas e hijas?
¿En qué momento es más importante un objeto que una vida y por qué se la da más relevancia a esto que a los miles de casos de abuso y delitos contra las mujeres? ¿No es acaso una forma de criminalizar las protestas que tanto le molestan a nuestro Alcalde cuando no vienen de sus orillas? ¿No dijo él mismo que quiere una ciudad segura para ellas, pero se preocupa más por los daños materiales que por el riesgo que corren las mujeres que salen expuestas en las fotografías?
Si son culpables de lo que se les acusa, es necesario e importante que reparen los daños, pero ese deseo punitivo que caracteriza a la mayoría de ciudadanos —especialmente a quienes les molestan y estorban las mujeres y la lucha feminista— es tan dañiño y violento como cualquier otra denuncia que hacen cientos de mujeres cada día. Es una doble exposición de nosotras que ya estamos lo suficientemente expuestas en cualquier escenario.
Y ese discurso ambivalente del Alcalde es demasiado peligroso. Se me parece a uno que escuchamos y repetimos con orgullo hace tantos años muchos colombianos, sin saber muy bien qué estábamos avalando ni permitiendo, sin saber ni siquiera lo que estaba ocurriendo: “mano firme y corazón grande”.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/amalia-uribe/