Hace unos tres años, en un balcón de Pilarica, mi papá contaba detrás de una pila de libros sobre la historia de Antioquia, que estaba investigando sobre la vida de Cosiaca, un personaje cuya popularidad era inversamente proporcional a la información sobre él; decía que tenía con Pucheros el embeleco de hacer una serie sobre ese personaje, aunque sabían que era difícil por los costos de hacer televisión.
Al final resultó, con un elenco y producción de lujo, pero más allá de la mera obra, está el fervor popular que ha despertado, y ahí está lo interesante. Vemos paisas que llevan 40 años trabajando en otros países pidiéndole instrucciones a Teleantioquia para poder ver la serie, o aventureros averiguando la antena TDT para poder verla en otros departamentos. En realidad, son señales de una identidad tan fuerte que ni el tiempo y el desarraigo pueden borrar.
Ahora que Medellín se ha vuelto una ciudad donde personas de todo el planeta quieren vivir (y menos mal, qué buen indicador de que una ciudad va bien), es frecuente ver contenido en redes sociales de esos nuevos habitantes, hablando sobre lo defensores que somos de nuestra tierra desde pequeños, incluso celebrando Día de la Antioqueñidad (que es, en realidad, el día que declaramos nuestra independencia) desde las guarderías.
Otro síntoma es cuando juegan El Poderoso y el Nacional, el himno colombiano suena lejano en los parlantes, mientras que a la hora del himno antioqueño retumba “el hacha que mis mayores” varias cuadras a la redonda. Y eso es totalmente espontáneo, no hay ninguna instrucción para hacerlo, no ha habido durante décadas ningún mensaje o publicidad que invite a hacerlo.
Por lo que, con Cosiaca y los otros temas que menciono, pienso que el orgullo paisa es tan maravilloso que no tiene la necesidad de que alguien lo promueva, incluso, ha sobrevivido hasta a tibios mandatarios que han pretendido minimizarlo. Lo que hay es una gran oportunidad para que alguien lo represente y lo encauce, por ejemplo, en la necesidad que tenemos de un sistema político descentralizado.
Parece ser que no soy el único que lo ve, Andrés Julián Rendón ha mostrado como gobernante una extraordinaria capacidad para navegar con la corriente de grandes temas, y está muy bien. Pero no puede ser él el único que se dé cuenta, Antioquia es un gigante a punto de despertar.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/jose-valencia/