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Con mañita

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Existe un consejo común entre padres y abuelos de este rincón del mundo: hágalo con mañita. Me gusta pensar que mañita es el equivalente paisa al arte de los andaluces. La Junta de Andalucía, en 2021, definió a la expresión tener arte como la habilidad especial para hacer algo, para llevar a cabo un trabajo; y hacer algo con mañita es precisamente eso, no el hacer parsimonioso sino con talento y habilidad para hacerlo bien, bonito y sin daños.

Por ejemplo, en “Almita mía”, Marta Gómez recuerda el consejo de su abuelo cuando empezaba en amores: ande con mañita, que no es otra cosa que andar con calma para que el amor no le pase a uno por encima -como termina pasando siempre la primera vez-.

Ahora, confesándome institucional, creo firmemente en los liderazgos con mañita, en gobernar con mañita, sobretodo creo en comunicar con mañita. La política del espectáculo ha traído esferas de ridículo en las que cada vez más candidatos caen, en la que la forma de comunicar es casi más importante que la idea que se pretende proponer.

El fenómeno Milei ejemplifica el triunfo de lo mediático sobre lo ideológico, la construcción de un personaje que hizo escuela en la televisión, el teatro y tik tok para vencer al aparato peronista y triunfar en un país donde la política se vive a flor de piel. Recuerdo, singularmente, una entrevista que hizo un canal privado el día después de la segunda vuelta electoral, en la que se le preguntaba a un ciudadano del común los motivos que lo llevaron a votar a Milei, respondió sereno: quiero que algo cambie, no sé qué, pero necesitamos que algo cambie. La desesperación, que es producto de la decepción, les abrió espacio a los liderazgos del espectáculo, del titular, del trino.

Hace poco Milei, ya con la dignidad presidencial, entró en polémica con Gustavo Petro, en la que ambos se insultaban y atacaban. Asesino, Dictador, Genocida, los improperios estuvieron a la mano para dos personas que cargan en sus hombros las ilusiones y miedos de millones de personas que no están pensando en si Gramsci o Kelsen tenían razón, simplemente piensan (con preocupación) en cómo llegar a fin de mes. Permítanme defender la majestad de los cargos de dirección, la altura y dignidad que éstos deben representar. A ambos presidentes, en igual medida, se les perdió del panorama lo que representan; ya no son activistas o lideres de opinión, son la personificación de las Instituciones que juraron defender, son el símbolo de la unidad nacional de sus países, son la piedra más visible de sus democracias. Es que la política del espectáculo se fundamenta en la confrontación, en el enemigo; las campañas electorales ahora son reallitys shows.

El profeta Oseas nos regaló otro consejo de abuelo si se quiere, el que siembra vientos cosecha tempestades, y a muchos de los líderes políticos de la actualidad -de todos los sistemas democráticos- les haría bien darle un poco de atención a esta advertencia. Es imposible reconciliar una sociedad que se divide para ganar una elección, gobernar solo es posible cuando se hace buscando un fin común, un propósito colectivo; la unidad nacional no puede ser una idea abstracta escrita en una constitución, debe ser entendernos como un gran nosotros.

Nos urgen líderes que anden con mañita, que comuniquen con mañita, que tengan arte para hablar, para proponer, para hacer. Nos hacen falta ideas y propuestas y nos sobran tendencias y etiquetas. Hay un país que merece más altura de sus gobernantes, hay una ciudadanía que se merece exigirse más a la hora de votar, hay todo un mundo por cambiar mientras bailamos en redes. Ande con mañita, tierrita mía. ¡Ánimo!

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/santiago-henao-castro/

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