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La vida sin competencia es aburrida. Siempre he sostenido que las mayores oportunidades de crecimiento surgen en ambientes donde la competencia florece, donde varios oferentes, con sus diferentes habilidades y nuevas ideas, introducen maneras innovadoras, más fáciles y tecnológicas de hacer las cosas. Es en este escenario de rivalidad sana donde el ser humano se ve impulsado a dar lo mejor de sí, logrando un beneficio colectivo al ofrecer, como un servicio o una labor, aquello que realiza con mayor precisión y capacidad que los demás.
En una economía capitalista ideal, el libre mercado y la competencia perfecta deberían ser la norma. Múltiples oferentes, lejos de concentrar poder, se esfuerzan por ofrecer productos y servicios de la mejor calidad al menor costo. Sin embargo, aunque este ideal se materializa en algunas industrias reguladas, en otras, las barreras son mayores y dan lugar a monopolios o sus variaciones. En Colombia, desafortunadamente, la industria aeronáutica es un ejemplo claro de un mercado donde la competencia es escasa, y unas pocas aerolíneas controlan una gran parte del mercado.
La reciente noticia sobre la escasez de combustible para aviones, que obligó a las aerolíneas a cancelar vuelos programados casi de inmediato, es una muestra de cómo la falta de competencia puede magnificar los problemas en la industria. No fueron solo los vuelos cancelados lo que generó preocupación, sino también la descolocación en todo el sistema aeronáutico causada por la interrupción en uno de los principales proveedores de combustible. Miles de personas se vieron afectadas, y la falta de garantías para los usuarios, quienes se encontraron sin aviso y con pocas opciones para reprogramar sus viajes, dejó al descubierto la necesidad de un ente regulador que exigiera planes de respaldo a las aerolíneas.
La industria aeronáutica en Colombia ha crecido considerablemente en los últimos años, contribuyendo significativamente al PIB y actuando como un catalizador para otras industrias como el turismo y el entretenimiento. Este crecimiento, sin embargo, se enfrenta a un obstáculo crucial: la falta de competencia. La reciente quiebra de aerolíneas como Viva Air y Ultra Air, que con su visión de bajo costo equilibraban el mercado, ha dejado a cientos de usuarios sin respuesta ni soluciones claras. Aún hoy, la compensación por el incumplimiento y la devolución del dinero siguen brillando por su ausencia, lo que refleja una falla estructural en el mercado.
El desabastecimiento de combustible es solo un capítulo en la serie de desafíos que enfrenta la industria. Los altos costos de impuestos, las elevadas tasas aeroportuarias y las restricciones impuestas por la Aerocivil para la entrada de nuevas aerolíneas en rutas nacionales son barreras que desalientan a los nuevos competidores. En un mercado con tan pocos oferentes, los consumidores terminan pagando el precio: mayores costos, menor calidad en el servicio y escasas garantías para proteger sus derechos.
¿Qué hacemos entonces? ¿Dónde está el gobierno que adopte una postura activa para corregir estas fallas de mercado?. No se trata solo de asegurar el suministro de combustible, sino de fomentar una mayor competencia en el sector, garantizando que los consumidores tengan opciones y que sus derechos sean respetados. Solo así evitaremos que unos pocos decidan el destino de muchos, y aseguraremos un mercado aéreo más justo, competitivo y en sintonía con las necesidades del país, donde el cielo no sea de unos pocos, dejando de estar monopolizado.
Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/carolina-arrieta/