Carta

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Muchas veces estudiando, al leer sobre las guerras, las desapariciones, las torturas, los saqueos, me preguntaba cómo dejó la gente que pasara. Escribo esto para Leticia y María Del Mar, para que en muchos años, cuando lean sobre el mundo en el que viví, sepan mi opinión de lo que pasa en estos tiempos.

Quiero que sepan que estuve del lado de la defensa y la búsqueda del respeto por la dignidad de todas las personas, que defendí en escenarios académicos, profesionales y políticos, los derechos de las minorías perseguidas por sentir, pensar o amar diferente. Quiero que sepan que, consciente de mis privilegios, he decidido intentar que las oportunidades no dependan de la suerte al nacer.

 Quiero que sepan que defendí siempre una alternativa política que busca frenar el aparato de guerra y dolor que engendró Colombia en los 80 (y más atrás).  Voté por Carlos Gaviria, Antanas Mockus y Sergio Fajardo. Quiero que sepan que su mamá y yo lloramos cuando el país le dio la espalda a las víctimas y votó NO a un referendo para frenar la guerra.

Que sepan que me opuse al juego sangriento de la plata y el poder que han disfrazado de conflicto religioso hace décadas en el Medio Oriente. Dejo constancia de que me opongo a la invasión descarada de Rusia a Ucrania y a la estrategia cobarde de Estados Unidos y los aliados europeos de prometer respaldo hasta que suena la primera bala. La guerra hay que evitarla y detenerla siempre, sea donde sea, esté donde esté. Por eso creo que es absurdo mantener la guerra contra las drogas en la forma en la que se viene adelantando; es una guerra hipócrita, cero efectiva, sangrienta y muy, muy, rentable.

Creo que el cambio climático es la mayor amenaza para la vida de ustedes dos y que no hago lo suficiente por enfrentarlo.

Quiero que sepan que entregué muchos años de mi vida a intentar construir un país mejor, defendiendo la igualdad, gobiernos técnicos, la verdad, la libertad y la dignidad humana. Creo en la nobleza del corazón de las personas y en que todos tenemos derecho a equivocarnos. Aprendí con los años a intentar evitar al máximo hacerle daño a las personas.

Quiero que sepan que hoy, mayo 2 de 2022, me opongo a la continuación de un régimen político en el que se ha facilitado la corrupción, la concentración de poder, la guerra, las ejecuciones extrajudiciales y el secuestro. Me opuse al gobierno de Uribe, al de Santos (excepto la paz) y al de Duque. Haré lo propio con el candidato que promete dejar todo igual y con el que promete un cambio rodeado de los mismos de siempre, un cambio para peor.

Quiero que entiendan, sin importar cuantas veces pierda unas elecciones presidenciales, que los principios no se negocian, que las ideas se defienden sin importar el resultado, que los errores se corrigen para avanzar pero no para ceder y que el mundo no solo depende de quien gobierne sino de cómo todos actuamos día a día en nuestros diferentes espacios, cómo decidimos, cómo trabajamos, cómo nos tratamos.

Quiero que les quede claro de qué lado de la historia estoy en medio de este país en el que cada cuatro años parece que todo en lo que creemos está equivocado porque no logramos nunca ser la mayoría.

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