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Hace algunos días, mi gerente de campaña, que es un amigo que me conoce hace más de 18 años, me preguntó qué era a lo que más le temía en este proceso de ser candidata al Concejo de Medellín. Mi respuesta fue contundente, a no hacerlo bien.
No hacerlo bien no supone el éxito, supone la certeza al final del camino de que di todo lo que era posible, de que no escatimé en esfuerzos, en ideas, en puertas a tocar. Supone mirar el proceso y sentirme orgullosa de lo que hice, saber que cada paso dado fue como lo soñé, que tuvo mi sello y todo mi amor.
Así que, como ese es mi mayor temor, pues tengo que pensar cada día como contrarrestarlo y hacer todo lo posible para que no se haga realidad, eso significa hacer una campaña política que en unos años pueda mirar satisfecha y que represente en eso que creo y el mensaje que quiero llevar.
Llevo muchos años liderando equipos grandes de trabajo, de muchas edades, de muchas disciplinas, de muchas zonas del país, y esa experiencia ha forjado en mí un carácter de liderazgo que tengo claro. Creo en el liderazgo cercano, empático, que entiende que detrás de cada profesional hay un ser humano, un liderazgo que potencia las capacidades del otro y les permite desarrollarlas, que escucha para entender, que entiende contextos. Un liderazgo que trabaja en equipo y que prioriza un ambiente de respeto y colaboración como la base de cualquier ejercicio de productividad.
Estas premisas, que son fundamentales en mi vida profesional, las traje por supuesto al ejercicio de la política. Porque esto es un equipo de trabajo común y corriente, solo que la meta tiene un límite temporal claro y eso hace que los horarios y esfuerzos se vuelvan extremos. Quisimos entonces asegurarnos de que tendríamos las condiciones necesarias para desarrollar esta campaña en total libertad y goce de nuestros derechos, y que este espacio, en el que estaríamos inmersos durante tres meses, fuera un espacio libre de cualquier tipo de violencia.
Nos asesoramos de profesionales expertos y creamos entonces el primer protocolo en el país de cero tolerancia contra la violencia en la campaña política, nos formamos como equipo y comenzamos su implementación.
Con este protocolo buscamos que todo aquel que se acerque a nuestro proyecto lo haga con la total certeza de que este es un espacio seguro, que nuestro equipo está formado para prevenir e identificar cualquier tipo de violencia y que además tenemos una ruta clara para atenderlas. Que aquí velamos por el bienestar e integridad de todos y de todas y que al final de esta campaña queremos seguir mirándonos tranquilamente a los ojos y siendo amigos.
Pero no queremos que esto se quede solo en nuestra campaña, por eso hemos invitado a campañas de todos los espectros a que se sumen. Queremos poner el protocolo a su disposición y qué, cada uno, por simple voluntariedad, se sume y acoja sus compromisos. Soñamos con un ejercicio democrático sensato, basado en ideas, y no en miedos y agresiones.
Esperamos entonces no ser los únicos en este país que le apostamos a una política libre de violencias y que seamos capaces este año, en esta contienda, de dar ejemplo de lo que en realidad debería ser la política.
Sentimos mucho orgullo de saber que, tanto que decimos que queremos hacer política diferente y de verdad lo estamos haciendo. Política desde el respeto, desde la dignidad, desde la comprensión del otro diferente. Y quizás esto no sea la clave ganadora, pero sin duda es la clave para saber que es el camino correcto.
Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/manuela-restrepo/