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Ya se habla de lo que todo el mundo piensa que va a pasar. El gobierno de Petro parece que producirá en el electorado una respuesta tan categórica que hará que el péndulo político en el país se devuelva y se termine imponiendo, a punta de propaganda, populismo y plata, a una derecha extrema igual de sectaria, radical y polarizadora.

Y es que no es sencillo lo que ha venido pasando. Por un lado, una parte importante del país siente que ha confirmado todos sus temores, algunos basados en el solo hecho de que un político de izquierda llegue al poder y que partiendo de los resultados de esta ideología a lo largo de los años en el mundo, asumieron desde siempre que izquierda es igual a desastre, gobierne quien gobierne. Otros, como yo, preocupados más por la forma de gobernar de este líder en particular, llena de una improvisación que se alimenta de caos y que será incapaz de hacer todo lo que prometió, no solo porque no la tendrá fácil en términos legislativos y jurídicos, sino porque desde la campaña se sabía que había promesas imposibles de cumplir y que el presidente estaba entregando buena parte de su gobernabilidad a clanes políticos plagados de corrupción.

Pero hay un tercer grupo que tendrá mucho que ver con el movimiento del péndulo en las elecciones del 2026, se trata de los decepcionados de la izquierda. Me refiero a una lista cada vez más larga de ciudadanos que son conscientes de que el país necesita un cambio y que pusieron en Petro su sueño de que esto ocurriera. Esperaban un gobierno en el que el cambio fuera algo más que un slogan, que realmente se viera un método, un equipo, unas prioridades y un uso de los recursos distinto a lo que históricamente ha venido pasando. En este grupo también existen algunas diferencias, para algunos lo que han visto es suficiente para desencantarse, para otros todavía hay que darle tiempo al Presidente (que no al gobierno) para que muestre resultados.

Mi deseo es que esa mezcla de miedo consolidado y de decepción nos llevaran a elegir un equipo de gobierno que realmente demuestre desde la campaña la capacidad de hacer las cosas bien, de trabajar sobre problemas y metas más que sobre dogmas ideológicos, de convocar a los mejores, de trazar un rumbo realista que nos permita tener crecimiento económico a la misma vez que se reduce la pobreza, que no necesite el caos para gobernar, que no crea que todo lo que nos pasa es por culpa exclusiva de unos u otros, que discuta con argumentos.

Infortunadamente, creo que una vez más la realidad aplastará mi deseo y lo que tendremos será un gobierno muy parecido al actual en formas, alianzas y tono, donde la confrontación hará parte del día a día porque su legitimidad se ha construido sobre el miedo a un enemigo que muy posiblemente será el socialismo. Miedo que me temo que alimentarán los pobres resultados de la administración Petro.

Por eso desde ya calienta la extrema derecha con un discurso tan radical que parecerá moderado algún personaje históricamente ligado a clanes de parapolíticos y a multimillonarios escándalos de corrupción.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/esteban-mesa/

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