Cada camino

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Cada camino tiene sus particularidades, cada decisión sus consecuencias, cada vida sus tragedias y gozos. Cada paso que se toma tiene una intención, sea consciente o no, que se acerca a un destino indeterminado, que es influenciado por múltiples factores y que, en su totalidad, se sale del control total de cualquiera. Eso suena bastante abrumador, ¿no?

Sin embargo, una vida bien vivida tiene en cuenta esa imposibilidad de control y se entiende a sí misma como parte de algo más grande, como un componente de un sistema, como un pedazo de un todo, lo cual le da un valor inmenso a cada uno, pero al mismo tiempo lo pone en una perspectiva más realista y equilibrada de su propia realidad, pues le hace entender que hay otros seres, que hay otras realidades, que hay otros caminos.

Cada día me convenzo más de que entender esa realidad es una de las acciones más liberadoras que podemos hacer, especialmente en las relaciones con otras personas. Me explico: sea de manera consciente o no, a todos nos gustaría que los demás estén de acuerdo con nosotros, que nos busquen, que actúen de acuerdo a como nos gusta y nos hace sentir bien, ¿verdad? Es un rasgo que compartimos todos en mayor o menor medida y que de cierta manera determinan la manera en la que nos relacionamos con los demás. Sin embargo, hay una gran limitación en esta perspectiva, que justamente se conecta con lo que hablaba antes: si cada persona quiere eso, y cada persona tiene sus propios caminos, es imposible que los demás deban adaptarse al mío. Incluso aunque lo quisieran, no podrían.

Por eso creo que es importante que nos demos la oportunidad de aprender a escuchar y entender a los demás. Ninguna relación medianamente sana es posible si no hay ese nivel de comprensión mutua, que justamente es el núcleo de porqué convivir con otros es tan complicado y puede tener tantos problemas. Pero que también es fuente de una riqueza impresionante y que no está al alcance a alguien por sí solo.

Estoy convencido que la acción más liberadora es aceptar y asumir el propio camino. Eso implica soltar los caminos de otros. Pero que de manera más natural, nos va a conectar con lo que realmente nos hace bien, pues llegaremos desde una posición más auténtica, sin miedo, sin ataduras, sin control.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/esteban-perez/

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