Bogotá no es de izquierda

Bogotá no es de izquierda

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Hace poco más de un año, unas cuantas semanas después de las elecciones presidenciales, asistí a una reunión en la que un “experto” aseguró que no había como competirle la alcaldía de Bogotá al petrismo. Claro, en ese entonces, los datos parecían contundentes. En la primera vuelta, Petro obtuvo 1.7 millones de votos (47%) y a la Cámara de Representantes por Bogotá, la lista del Pacto Histórico, obtuvo más de 800 mil votos (32%). Luego en la segunda vuelta llegó a 2.2 millones de votos (59%).

Con esas cifras, cualquier “experto” suficientemente distraído, habría señalado lo mismo. Las victorias electorales de Lucho Garzón (2003), Samuel Moreno (2007) y Gustavo Petro (2011) sentaron las bases para hacer creíble el mito de que Bogotá es de izquierda. Sin embargo, luego vinieron las victorias de Enrique Peñalosa (2015) y un poco la de Claudia López (2019), con el apoyo de la centroderecha y de la centroizquierda respectivamente.

Lo que sí parece más que evidente, por ahora, es que los únicos que nunca ganan son los candidatos de la derecha pura y dura. Así las cosas, no es que Bogotá sea de izquierda, sino que más bien tiende hacia la antiderecha. El mandato de Petro en Bogotá en primera vuelta fue más la manifestación de sectores muy diversos que encontraron en su candidatura la manera de expresar más claramente su malestar frente al gobierno Duque.

Esos votos, los de Petro, lo vengo diciendo hace más de un año, fueron votos prestados. Buena parte de esos 1.7 millones de la primera vuelta fueron contra la derecha, no por Petro. Esto podría explicar, en parte, porqué el petrismo no tiene asegurada la victoria en la competencia por la alcaldía de Bogotá. Por que sus votos duros oscilan entre los 440 mil que obtuvo Hollman Morris en 2019 (14%) y los 800 mil que obtuvo la lista del Pacto a la Cámara. Pase lo que pase con el Gobierno Nacional, ese es el case inicial del petrismo. De ahí para allá son votos mucho más variables que parecen moverse en otra dirección este año.

La última encuesta realizada por invamer, a dos meses de las elecciones, muestra un panorama muy distinto a lo que se supondría si tomáramos como cierto el mito de que Bogotá es de izquierda: el candidato del petrismo, Gustavo Bolívar, aparece en el segundo lugar de la intención de voto con 20,3%, 6,3 puntos por debajo del primero, Carlos Fernando Galán, y 3,5 puntos por encima del tercero, Juan Daniel Oviedo. El escenario está repartido y el “experto” se equivocó.

Luego de un mes de campaña, todo parece indicar que estrenaremos el mecanismo de segunda vuelta. Galán debe aumentar un 50% su intención de voto actual ya que le faltan cerca de 14 puntos para ganar en primera vuelta (40%) y, en ese escenario, Bolívar tendría que crecer 10 puntos adicionales y ubicarse por encima del 30% para impedir el triunfo de Galán en primera. En cambio, para que Bolívar gane en primera vuelta, debe duplicar su intención de voto en menos de 2 meses.

Tanto Galán como Bolívar tendrían que competir por aquellos votantes que hoy manifiestan intención de votar por las candidaturas de Oviedo, Molano, Lara, Vargas y Robledo. Bolívar podría quitarle algunos puntos a Oviedo, a Lara y tal vez uno que otro a Robledo. Allí hay un 42% en disputa. Habrá que ver qué sucede si cuaja la intención de la derecha de unificar varias de estas candidaturas para, según ellos, sacar a Bolívar de la segunda vuelta. Aun uniéndose no es seguro que logren sobrepasar a Bolívar dado que la política no se comporta bajo las mismas leyes de la aritmética, por lo que en cuanto a coaliciones y demás figuras, uno más uno no siempre es dos. En otras palabras, todo movimiento en política suma y resta. Todo es tremendamente relativo.

Hoy Bogotá busca reafirmar su autonomía y en este sentido, creo, sin temor a equivocarme, que no es que Bogotá sea de izquierda, sino que tiende a ser rebelde. Es una sociedad abierta que mantiene una deliberación permanente. No creo que Bogotá esté pensando en votar contra Petro, como sí pareciera suceder en otras ciudades. Es una ciudad tan grande y tan diversa que no hay un grupo político o una ideología dominante.  

Lo que sí parece ser cierto es que una parte considerable de quienes votaron por Petro en primera y mucho más de aquellos que le votaron en segunda, no acompañarán al petrismo en esta ocasión. El presidente lo sabe y por eso ya comenzó a interferir en el proceso electoral haciendo lo que mejor sabe hacer: poner la agenda. Bolívar actuará como caja de resonancia de Petro, por lo que su crecimiento dependerá de qué tanto logre conectarse el Gobierno Nacional con su electorado más decepcionado.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/miguel-silva/

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