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Parcera, ambas sabemos que las violencias basadas en género tienen múltiples expresiones, conocemos con mucha claridad aquellas contundentes, aquellas que laceran el cuerpo, dañan y asesinan. También, comúnmente, de acuerdo a los índices de VBG, son los hombres quienes ejercen dichas violencias en un 90%. Sin embargo, tú, mi amada amiga, estás viviendo la violencia más sutil, aquella que nombramos como violencia emocional y psicológica, siendo ejercida por una mujer.
La violencia emocional es muy sutil, pero también clara y contundente al identificar las señales. Dicha violencia tiene manifestaciones y patrones recurrentes. Está cerca, se viste de gran euforia, te muestra personas maravillosas y perfectas, pues en el acto de conquista hay muchas mentiras. En esta relación comienza haciéndote sentir grande y que puedes con todo. Pasado los días, comienza a cuestionarte tus formas, tus maneras, tus relaciones; tanto es el cuestionamiento que te hace dudar de tus amigas, de tus acciones, de tu identidad, de lo que eres. Violenta tu privacidad, se incluye en tus espacios, en tus conversaciones, en tu celular, tus redes y tu trabajo. Bajo discursos de amor, te manifiesta lo que considera que es mejor, develando solo su deseo de control.
En esta violencia comienza a intimidarte, a amenazarte con irse, termina la relación y te dice que todo es tu culpa, porque ella no es capaz de asumir ninguna acción. En este proceso de dolor, siempre hay personas que te alertan, te cuentan de sus patrones, pero ya has desarrollado una dependencia emocional que no logras zafarte.
Luego, ella te busca y te promete amor de nuevo. Vuelve el ciclo de euforia. Cuando revienta una nueva crisis, se agudizan sus amenazas, te pregunta en el regreso a qué estas dispuesta a ceder por ese gran amor. Las condiciones son más contundentes, porque ella va por el control de tu ser. Tú, en tu decisión y sumisión, renuncias, cedes tus amigos, tu dinero, tu hogar, tus formas de amar, tus principios y, al final, tu poder. Cuándo ya has cedido todo sólo tienes miedo, ante la manipulación, la pérdida y el dolor. Siempre, última actuación de la violencia emocional.
Por supuesto, también aprendes de estas formas y las replicas, te defiendes incluso con la salud de tu cuerpo, pero ya no sabes cómo escapar; es tan fuerte el miedo y el control de la otra, que quedas a merced de sus decisiones.
Ella hizo todo este círculo contigo desde hace más de un año, pues no es la primera vez que seco tus lágrimas y me lleno de dolor ante esta situación. Ella te llena de miedo, te hace dudar de denunciar, porque sabe de leyes, porque dice defender los derechos de las mujeres y las víctimas de violencia basadas en género. Pero sí, esa misma te violentó, te hizo dudar, te dejó endeudada, sin dinero, sin casa, te sacó del hogar, no te cuidó en el mayor momento de vulnerabilidad; aunque para ser sincera, nunca lo hizo.
Sé que te sientes desgastada, que prefieres irte en silencio, aporreada, reconociendo ser víctima de una violencia emocional, soltando en paz. Entiendo que hoy tienes más miedo que fuerza.
Me duele mucho que tu corazón sea el que salga lastimado cuando la violenta ha sido otra. La violenta, que sabe de leyes, que sabe de género, que se sabe todas las estrategias de manipulación, de discursos, te dejó sin nada. Ella se quedó con tus inversiones, con los objetos comprados bajo mentiras e ilusión, quedó hasta con tus disculpas, porque en medio de tu dolor se las has pedido. Ella se quedó con la versión de poder, seguirá profesando discursos feministas, discursos sobre VBG y representándolo ante diversas entidades. Ella consolidando su modus operandi, porque esta no ha sido la primera vez que violenta, sigue aprendiendo formas para dañar al otro, y yo solo podré acompañarte a sanar.
También me queda la duda frente a la justicia ¿Qué es lo justo? Si fuera un hombre, ya estaría escrachado, ya habríamos publicado su nombre y recogido otros relatos, hubiéramos pedido su renuncia o despido de la entidad en la que trabaja, más por el peso que esto implica en nuestro trasegar ante una justicia feminista. Pero esta misma organización nos responde que hará el debido proceso ¿Qué les queda a las personas como tú, que son violentadas por personas que defienden en los tribunales las VBG, ante una ley que también es injusta?, ¿cómo se construye acá la reparación?, ¿para ella no hay ley ni sanción?
Me duele por tu corazón, me duele por el feminismo, me duele por la justicia.
Escribo esta columna para ti, porque en mis letras aprendí a sanar. Espero que ellas te abracen el alma.