Alabanza del aburrimiento

Dirigir los ojos y la atención donde están el silencio y la quietud. No es esta una sugerencia para la meditación o el yoga: es una vía de éxito para encontrar las preferencias electorales entre los más de 40 precandidatos que han postulado sus nombres a la carrera presidencial.

Es cierto que en semejante multitud, hay muchos que no podemos oír porque no los conoce nadie y su voz se ahoga en los algoritmos aunque publiquen en las redes sociales sus mensajes. Ahí están los que hacen las vueltas de la Registraduría para darse un champú; los que se ponen para llenar los cupos de sus partidos aunque no tengan ni opción ni vocación de poder; los que tienen ego e hígados para probar suerte y catapultarse hacia otros cargos de elección más adelante o, simplemente, los que están locos y creen que nosotros también.

No es a ese tipo de silencio al que nos referimos. Nos referimos al silencio que resulta de la planeación y del trabajo, que es más bien el runrún del ir y venir de la rutina de todos los días. Ahí es donde hay que mirar para escoger: donde yace callado y concentrado el aburrimiento.

Lo distinto en política hoy no resulta de la creatividad de los marketeros o de los asesores millonarios ni de la magnitud del espectáculo que protagonice el aspirante; o de los centros de eventos y convenciones a reventar gracias a que sus show estén adobados con humoristas de la televisión. Tampoco resulta de las polémicas guionizadas por Twitter entre unos y otros. Mucho menos en la invocación del ridículo como último salvavidas para la visibilidad o la ilusión de cercanía con la gente (Clara y Claudia López, es con ustedes).

Lo distinto en política hoy, lo disruptivo que merece la atención, son las prácticas anticuadas, extinguidas hace varios cuatrienios, que consisten en que los candidatos preparan un programa de gobierno y se rodean de equipos de expertos en las distintas materias para generar propuestas realizables y realistas. Y en que las van contando a la opinión pública, sin artificios y sin aspavientos, explicadas con el mayor esmero posible para que se entiendan.

Tras el gobierno en el que se acabó de perder el control territorial del Estado es necesario saber cómo se recuperará la seguridad; para eso hay que ofrecer estrategia y no bala o garras de tigre. Tras el gobierno que acabó con la rentabilidad de Ecopetrol y el balance de la economía, se impone saber cómo el siguiente manejará el déficit fiscal y la transición energética. Tras el gobierno que arrasó con la inversión en ciencia y desfalcó de técnicos la nómina gubernamental, urgen ideas sobre cómo recuperar el control, sin gritos, arengas ni show.

Allí donde se oiga el murmullo de las ideas y no la rima de los eslóganes, es donde están los candidatos que merecen la confianza del voto. Esas prácticas a la vieja usanza, que resultan tan novedosas en el desierto de aspirantes que no renuncian a las leyes del espectáculo, se ven venir de los candidatos de centro.

Dice la encuesta recién publicada tras la veda, que el 45 por ciento de los ciudadanos se identifica con el centro político. Parecería ser esta la oportunidad para salir del vértigo de los extremos que nos mantiene en vilo semana a semana entre el escándalo, la vergüenza y la indignación. Eso, si sus representantes se ponen a la altura del momento. No se ve por ahora que vayan a hacerlo; aún así, refrescan el ambiente con la tranquilizante promesa de gobernar provocándonos aburrimiento.

Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/catalina-montoya/

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