Aguafiestas

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Soy un aguafiestas. Reniego de casi todo en navidad. Las luces y los adornos me abruman con sus colores surrealistas y texturas repetidas. Pego el grito en el cielo frente a los árboles que se alumbran y las aves que se mueren. La música que estalla en las calles, me deja claro que solo entre más alto el volumen mayor el disfrute. Soy un aburrido, hijo del silencio. Diciembre, no eres tú, ¡soy yo! Me considero un apátrida, exiliado del bullicio. He evidenciado que, en asuntos de comida, quien no come de todo, entra en sospecha. No obstante, una madre sin dinero para dar de cenar a sus hijos en noche buena, ¿estaría ausente del espíritu navideño? Ni hablar de un animal callejero, que en su naturaleza no existe el Nativitas Domini.

Soy un aguafiestas. No me gusta bailar. Sobre analizo la canción y termino aburriendo a mi pareja de pista con comentarios basados en enfoque de género. En asuntos de regalos, me asalta el deber de asegurar, en alguna medida, que se converse con la experiencia del agasajado.  Esta metafísica tarda un poco más que el producto en masa. Debo decir que, ante la premura de las celebraciones, a veces no lo logro y termino envolviendo medias en papel estampado. Los agüeros me gustan, pero no comparto las actitudes de quienes creen que todas las formas de lucha te harán más próspero.  He presenciado situaciones donde algunos conocidos, dentro de una maleta, antes de dar la vuelta a la manzana, meten uvas, incienso, espigas de trigo, pan, billetes de lotería, lentejas y por lo menos tres tipos de santos; sospecho que, dentro de su lógica, empaquetar los agüeros les permitirá tramitarlos más rápido y por ende ver los resultados en menor tiempo.

Soy un aguafiestas. Cuando veo que tiran pólvora me enojo, inclusive insulto. Esto no gusta. Estoy seguro de que a los animales y a las personas sensibles tampoco les causa gracia. No soy buen bebedor. Me molesta que se molesten con quienes disfrutamos de forma tranquila del alcohol. Me indignan los adultos que les ofrecen tragos a los niños, inclusive bajo el eufemismo de estarlos purgando. No es gracioso. En las fiestas familiares de diciembre, me repiten: “los hombres en la cocina huelen a rila de gallina”. Disculpen entonces mi olor.

Soy un aguafiestas. Durante las misas de navidad, nunca estoy de acuerdo con las recomendaciones del sacerdote de la iglesia que frecuenta mi familia. El guía espiritual invita a ser empático con todos los seres sintientes, a dar de comer al hambriento y a ser un ejemplo para las nuevas generaciones.  Paradójicamente, en dicha iglesia no dejan entrar a los perros callejeros, de verlos los espantan con agua y no precisamente bendita. El comedor comunitario que atendía adultos mayores en el templo se cerró bajo la excusa de la remodelación del parqueadero. Dos años después no se ha contemplado reactivar el servicio. Hace poco, la comunidad presenció que el párroco, ejemplo para las nuevas generaciones, no respetó la luz roja de un semáforo e hizo un giro en U prohibido. Imagino que tenía una razón superior que le impidió seguir los acuerdos terrenales.

Soy un aguafiestas. Me angustia la idea de la felicidad a como dé lugar, de sentirme un extraño cuando llega la tristeza en épocas del marketing implacable. Me preocupa ver la ciudad como un no lugar, donde transito, pero no vivo, porque vivir implica conectarme con lo que me conmueve, con la existencia del otro y lo otro.

Me niego a dejar en manos del guion establecido de la navidad, el profundo amor que produce el encuentro entre familiares y amigos. Me gusta creer que, en el cuidado del otro, se encuentra el mejor acto de justicia.

Sin duda, este manifiesto, me pondrá en serios aprietos con Santa Claus y con el niño Dios, quien no me traerá regalos este 24. Mi consuelo, suficiente, será estar junto a mi familia por momentos refunfuñando, encandilado por las luces, indignado por las violencias, encantado por las comidas, agradecido por las conversaciones y sorprendido por mi capacidad, como dicen mis amigos en diciembre: “de tirarse las fiestas”.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/juan-carlos-ramirez/

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