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Va pasando a tan rápido la realidad política de nuestro país que a duras penas nos da tiempo de asimilar lo que estamos viviendo. Son muy pocas las personas que logran la pausa necesaria en medio de la avalancha diaria para intentar reflexionar sobre los acontecimientos. Hay que tratar de ponerle atención a quienes suelen ser capaces de ir más allá de la frase polémica, el insulto y la trinchera. Normalmente buscan razones de fondo, superan la militancia partidista para encontrar fórmulas que ayuden a construir algo mejor. Están en la academia, la cultura, las empresas, los medios y sí, también en la política.

Generalizamos con demasiada facilidad sobre casi todas las cosas de la vida. Todos, siempre, nunca, ellos, y así vamos simplificando lo complejo como si quisiéramos tapar la dificultad que impone, implacable, nuestra realidad. En lo público la consecuencia es la toma de decisiones equivocada por una deficiente comprensión del problema central o, lo que es peor, una intención deliberada de engañar a la ciudadanía con promesas imposibles de cumplir.  

Normalmente, quienes opinan y proponen con base en los hechos y las posibilidades, suelen ser buenas personas, con una intención honesta. Los hay en todos los sectores y en todas las ideologías, son personas que buscan genuinamente aportar a que las cosas se hagan bien, con criterio técnico. Los conozco, he trabajado con ellos o los he visto avanzar desde lejos. Obviamente existen diferencias sobre muchas cosas pero es más fácil construir desde los argumentos.

Elegir a alguien para un cargo público es darle una tarea. Como al contratar a alguien para que trabaje en una empresa, administre un negocio, investigue, cree, enseñe, etc. Se requiere que sepa lo que hace. En estas elecciones se avanzaría mucho si la ciudadanía busca este tipo de características al momento de votar.

La historia está llena de ejemplos de lo que pasa cuando se elige mal, o por razones equivocadas. Sería ingenuo pensar que todo el mundo va a dedicar horas a definir su voto al concejo, por ejemplo, pero sí es importante que lo hagamos la mayoría posible porque la ciudad necesita un mensaje contundente, no solo sobre quienes no queremos que nos gobiernen, si no que el tipo de servidores públicos que queremos que lo hagan. Es un buen momento para que las elecciones sean, también, una refrendación de valores y principios en la sociedad, un rechazo al todo vale y al populismo.

Hay gente buena participando en Medellín. Estemos atentos.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/esteban-mesa/

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