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Por: Daniela Úsuga Lopera

Hoy, otra vez, una vez más, repitiendo la misma escena de siempre, esa que me persigue, me subestima, me limita y trata de sabotearme para alcanzar mis sueños, hoy me volvieron a decir que por ser “tan tierna” “tan consentida” “tan mimada” es mejor que renuncie a la idea de tener un ascenso laboral, aun cuando me citan para continuar en el proceso de selección.  He escuchado frases como “ese trabajo es muy duro, es muy estresante, no se meta ahí” o “yo siendo usted, me quedo donde está” y entonces comienzo a hacerme varias preguntas: ¿quién estaba en este rol antes?, ¿más estresante que sus palabras?, ¿por qué me subestiman?, mientras yo siento en todo mi cuerpo una fuerza imparable que dice: “SOY CAPAZ”.

Esta es una de las tantas veces que han dudado de mis capacidades, me han llevado a cuestionar lo que en algún momento pensé que eran mis fortalezas; me pregunto, ¿en qué trabajarán las personas tiernas, mimadas, consentidas?, quizás hasta compañeros míos son. Estos comentarios me generan curiosidad y quiero saber el poder mágico anti estrés de la persona que estuvo en el rol; la respuesta fue corta y profunda: un hombre. Es decir, a ese hombre nunca lo mimó la mamá, el papá, el abuelo, una tía, la pareja nunca lo ha consentido y mucho menos si es papá se derritió de ternura cuando su hijo(a) por primera vez dijo pa-pá.

Después de este dato tan importante para mí comencé a realizar un estudio del perfil del hombre con poder mágico anti estrés y, para ser sincera, compartíamos algunas capacidades. Yo reconocí que tenía algunos detalles por ajustar y afianzar pero que eso no me limitaba para alcanzar ese ascenso, recordé a una mujer que hace poco me devolvió la esperanza de todas las luchas que las mujeres colombianas hemos resistido y que hoy nos representa. Si estuviera enfrente mío le contaría las veces en las que me he rendido por ser mujer, en las que me he avergonzado de mi cuerpo, las veces que me han descalificado por ser mujer, ¡Sí! esa mujer mimada, consentida, tierna, que tiene la tenacidad para alcanzar sus metas, la mamá soltera que se cansó de ir a denunciar las irresponsabilidades del papá de su hija sin tener protección porque él no ha hecho nada hasta el momento; de las veces en las que se sintió desprotegida y la única ayuda fueron sus amigas en WhatsApp. Seguramente ella en algún momento se sintió como yo, por eso hoy le diría que en su gobierno quiero ver el reflejo de la equidad, igualdad, manifestación femenina, el impulso de referencia del progreso, la sororidad para acompañarnos en los días en los que la sociedad nos tira al piso y nos pasa por encima, las veces que hemos sonreído con el alma y en las que se nos quebró el corazón, los huesos y la vida misma.

A Francia le contaría que por momentos me ha inundado el sentimiento de abandonar mi familia, mi casa, mi profesión, mi trabajo, partir a otro país, a ser igual o más vulnerable. Sin embargo, hoy tengo esperanza y fe en mi corazón, en el cambio, en la mujer que hoy me representa ante miles de colombianos con la fuerza femenina que necesitamos todas para continuar creyendo en nosotras, empoderándonos en palabras y hechos de las causas que nos movilizan.  Le diría que hoy Colombia necesita mujeres líderes, las empresas colombianas necesitan creer en la mujer, estar seguros de las capacidades, conocimientos y poder femenino; la empleabilidad femenina no se puede medir en la cantidad exacta de mujeres que por ley se debe tener en una organización, se debe de medir por los resultados, las metas, los alcances, la visión de progreso de los colaboradores.

A Francia le contaría que hoy confío en ella y en una Colombia Feminista.

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