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“Basta con tan poco, tan terriblemente poco, para que uno se encuentre del otro lado de la frontera, donde todo pierde su sentido: el amor, las convicciones, la fe, la Historia. Todo el secreto de la vida humana consiste en que transcurre en la inmediata proximidad, casi en contacto directo con esta frontera, que no está separada de ella por kilómetros, sino por un único milímetro.”
El libro de la risa y el olvido. Milan Kundera.
Creo que desde la primera vez que conversé con Eli cuando la conocí dimos ese salto del desconocimiento a la pronta amistad que solo es posible cuando una gran pasión común conecta dos almas y permite ver más allá de una cara nueva. El viaje fue nuestra pasión compartida y nos permitió mirarnos distinto, juntarnos cada que coincidíamos para hablar de recorridos anhelados, de ríos y trenes, de nuevos horizontes. Sentíamos la complicidad de dos mujeres libres que no soñaron con hijos, sino con bailar entre mapas. La quise rápido.
Hoy recuerdo la sonrisa enorme de Eli y no puedo creer que no esté. Pero escribo estas líneas desde un tren que corre entre molinos de viento junto al mar y pienso en cómo es posible que su partida me haya tocado sentirla justo así, viajando, y entonces el sol brilla fuerte en un cielo azul intenso sin nubes y sé que sí está, que brilla en ese sol persiguiendo este tren en el que voy.
Intento imaginar lo que sentiría Eli, esa mujer joven llena de vida, sabiendo que todo se iba a acabar antes de tiempo, aceptando lo inaceptable cuando no queda más remedio, y solo reconfirmo la magia de su alma, que exprimió cada segundo y vivió mil vidas en la mitad de una sola, como si supiera que su tiempo era aún más precioso que el de las existencias comunes, y entonces se lo gastó de forma poco común.
Eli cruzó esa frontera del único milímetro y ya no necesitará pasaporte, pero sé que como se había dedicado a expandir su alma borrando fronteras, lo que pasa es que ahora está en todas partes, sin las leyes de los hombres y abarcando toda la belleza. Se llevó el mundo entero.
Viajera, en el camino nos encontraremos.
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