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Por ahora, se acabó el partido. Es importante evaluar con calma el camino que nos trajo hasta aquí, aprender de los errores, evaluar los mensajes, desarrollar nuevas formas de defender nuestras banderas y aceptar que estamos en el país en el que estamos. No creo que una derrota política signifique que lo que uno defiende esté mal  porque el mundo no empieza ni termina en un día de elecciones, las causas son algo que se llevan por dentro y no se abandonan por perder. Debemos vivir ese proceso con calma porque el mundo sigue necesitando de una mirada diferente de las cosas. El año entrante hay que presentarle una opción viable a la Medellín tomada por la falta de escrúpulos de Quintero y los suyos, por ejemplo.  No se abandonan las causas, no se  olvida la lucha por la igualdad, la libertad, la educación, la transparencia, la democracia.

Se viene una segunda vuelta inédita. Quienes han protagonizado la política colombiana en los últimos 30 años han pasado a ser prácticamente irrelevantes: los expresidentes, los principales clanes, el gobierno nacional, nosotros. Petro traerá discursos elaborados, adornados, largos, pesados. Rodolfo simpleza y contundencia. En ambos casos faltará el rigor, la mesura, la sensatez. Vendrá una elección con un nivel de populismo que no conocíamos en Colombia. Los dos se disputarán la imagen de ser anti sistema pero viendo las alianzas, el desgaste y los apoyos, pareciera, de un momento a otro que, Petro es el candidato más tradicional. 

Debemos ser capaces de cuidar a Colombia. El votante del centro suele ser reflexivo, pensante, autónomo. No es posible predecir, ni hacer cuentas matemáticas absolutas sobre la forma en la que se irán los votos de un candidato a otro porque esa decisión es profundamente individual. Eso no lo entienden los que quitan y ponen votos de un lado y de otro como si no hubiera ideología detrás de una elección. Vendrán las reuniones y las decisiones de los líderes políticos y vendrán también las decisiones de cada ciudadano que se está viendo obligado a elegir entre dos caminos inexplorados. Me atrevo a decir que muchos de los derrotados que votamos por Federico y por Fajardo votarán en blanco o no votarán. Yo creo que es el momento de pensar con calma y poner la estabilidad del país en el menor riesgo posible, teniendo en cuenta que quedamos condenados al riesgo y la incertidumbre.

Hay que cuidar a Colombia.

Sobre Sergio Fajardo quiero decir que ha dedicado 22 años de su vida a defender las cosas en las que cree llegando a disputar 2 veces la presidencia de Colombia. El camino fue emocionante por tratarse del recorrido de un académico que empieza como un desconocido en la política y termina siendo una opción real de poder en Colombia. Ya habrá tiempo para estudiar a profundidad su carrera política, entender sus múltiples aciertos y sus errores. Le quiero agradecer porque a mí me demostró que es posible gobernar con seriedad, priorizar a los más débiles, defender la libertad y la dignidad sin comprometer los principios. Su legado aun no ha terminado de escribirse. Seguimos.

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