A ciegas contra el hurto

A ciegas contra el hurto

Hace un par de semanas, la Secretaría de Seguridad de Bogotá compartió el informe estadístico del comportamiento del delito y la violencia en Bogotá durante el 2021. El balance general es negativo: los homicidios aumentaron un 7% y 8% frente a 2019 y 2020, respectivamente, con el agravante de que no se registraba un aumento del indicador desde 2014.

Sin embargo, la situación puede ser mucho más grave desde una perspectiva territorial. En una ciudad del tamaño y complejidad de Bogotá, el balance general puede ocultar situaciones mucho más problemáticas, especialmente en fenómenos como el de la violencia y el delito que tienen un estrecho vínculo con el control del territorio. Para decirlo en otras palabras, esa variación del 8% no es la misma en toda la ciudad. Esos 1.128 homicidios se concentran más en unas zonas que en otras.

Una constante en el análisis del homicidio en Bogotá es la mayor concentración en el suroccidente. Las localidades de Ciudad Bolívar, Bosa, Kennedy y Tunjuelito concentran el 37% de la población de la ciudad, pero un 48% del total de homicidios. Esta característica del fenómeno se repite año tras año.

De hecho, aunque Ciudad Bolívar no es la localidad más poblada de Bogotá, cada año ocupa el primer lugar en homicidios. En esta localidad, una sola UPZ (Unidad de Planificación Zonal), la de ‘El Lucero’ registró 58 homicidios, y aunque fueron menos que el año anterior (78), en todo caso representan una cifra mayor a la de la totalidad de una localidad completa, de las más habitadas como Engativá (52 homicidios). Mientras la tasa de homicidios para Bogotá, en general, fue de 14 homicidios por cada 100 mil habitantes, en Ciudad Bolívar fue de 27 ¡Casi el doble!

Por su parte, en Bosa los homicidios aumentaron un 33%, especialmente en la zona de Bosa Occidental, donde la variación fue del 88%, mientras que en la localidad de Tunjuelito el aumento fue del 30%. Así mismo, en Kennedy se registró un aumento del 30%, especialmente en la zona de Patio Bonito, donde se registraron 59 muertes violentas, un 44% más que el año anterior.

Como se puede ver, son cifras mucho más altas que la registrada en el balance general de la ciudad. Sí, el 2021 fue más violento que los anteriores, pero fue muchísimo más violento en el suroccidente. ¿Qué tienen en común estas localidades y más específicamente as UPZ en las que se presenta una mayor concentración de homicidios?

Esta situación contrasta con lo evidenciado en las localidades del norte de la ciudad. Suba, la localidad más habitada de Bogotá registró una reducción del 25%, mientras que en Usaquén fue del 26, y aunque Chapinero y Barrios Unidos reportaron aumentos de poco más del 20%, al revisar el valor absoluto, 11 homicidios en cada una, se puede constatar que hacen parte de las menos violentas de la ciudad.

Si bien es cierto, aunque existe una gran dificultad para comparar los datos de los años 2020 y 2021, debido a que las cuarentenas modificaron por completo el comportamiento de la ciudad durante buena parte del 2020, esto podría explicar el aumento de las muertes violentas de la mano de la “normalización” paulatina de las actividades en la ciudad, pero para nada sirve para explicar la reducción de homicidios en otras partes de la ciudad.

Durante los últimos dos años, Claudia López ha venido defendiendo la idea, con la ayuda de algunos medios de comunicación, de que lo que podría explicar el aumento de homicidios es un cambio en las dinámicas de delitos como el hurto: “primero asesinan y luego roban” dijo el 11 de marzo de 2021, y esa frase se propagó como el virus en la ciudadanía. Esa es una hipótesis que hay que revisar con cuidado, pero sobre todo preguntarse “dónde”.

Los datos sobre el comportamiento del hurto en Bogotá, y en general en el país, son bastante deficientes. Corresponden a información obtenida a partir de denuncias interpuestas por las víctimas, por lo que los datos están afectados por un subregistro de dimensiones considerables. Se calcula que en Bogotá más de la mitad de las victimas de delitos no formalizan la denuncia, por lo que se sospecha que más de la mitad de los delitos cometidos en la ciudad no son conocidos por las autoridades.

Adicionalmente, se puede esperar que el índice de denuncia no sea el mismo, o al menos no sea homogéneo en toda la ciudad y que como cualquier fenómeno social, se vea afectado por múltiples variables por lo que probablemente, por ejemplo, exista un mayor nivel de denuncia, es decir, un menor subregistro, en aquellas zonas de la ciudad en las que hay mayor confianza frente a las autoridades o incluso en las que las víctimas no sientan un riesgo latente de revictimización derivado de la denuncia.

En 2021 se registraron en Bogotá cerca de 107 mil casos de hurto, pero la cifra real puede ser del doble.  Sin embargo, la incertidumbre frente al tamaño y comportamiento de este delito es tan grande que vamos a ciegas contra el hurto. No tenemos herramientas para poder disminuir esa incertidumbre. A ningún alcalde parece importarle conocer las características del fenómeno. 

En suma, sabemos muy poco del comportamiento del hurto en Bogotá como para establecer una relación de causalidad frente al aumento de homicidios. Sin duda es la salida fácil. Pero no la más acertada y el problema es que se terminan ocultado dinámicas de violencia y delito que deben suscitar una mayor preocupación.

¿En realidad es el hurto el fenómeno explicativo del homicidio en Bogotá?  Si fuera así, se podría esperar que Chapinero, una de las localidades en las que más se denuncian hurtos, registrara también una de las tasas más altas de homicidio, pero como ya hemos observado, sucede todo lo contrario.

¿no tendrá algo que ver la dinámica de enfrentamiento entre organizaciones criminales que compiten por el control territorial, especialmente por la extorsión o el control de rutas y plazas de microtráfico?

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