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Lo peor que nos puede pasar en la vida es dejar de soñar o soñar cosas pequeñas; es entonces cuando nos dejamos consumir por el cinismo y el derrotismo; cuando permitimos que nos habite la desesperanza; cuando dejamos de soñar o soñamos chiquito, abandonamos lo que más nos caracteriza como seres humanos: el poder de la imaginación y de la creación. No olvidemos que existe en nuestro interior una fuerza vital que tiene algo de poderosamente divino.
Si abrimos los ojos y miramos a nuestro alrededor, podemos ver los efectos de nuestra renuncia a soñar grande y bonito. En nuestra mente parece prevalecer lo mezquino, lo superfluo y lo evanescente. Si la realidad no es más que el reflejo de la vida de nuestra mente, es necesario cuestionarse qué habita en lo más profundo de ella. Parece que nos hemos vuelto expertos en generar pesadillas más que sueños. Escribe el médico Alberto Villoldo: “cuando no somos conscientes de que compartimos el poder de co-crear la realidad con el universo mismo, ese poder se nos escapa, haciendo que nuestro sueño se convierta en una pesadilla”. ¿No es eso por lo general lo que estamos viviendo?
No obstante, lo que nos desconcierta en la actualidad puede ser una ocasión para reconectarnos con nuestra habilidad de soñar bonito y de imaginar lo imposible. Lo que nos produce repugnancia puede ser el fertilizante que permite florecer una nueva visión y otra realidad. Se trata de volver a reconocer nuestro poder para soñar y crear, es decir, volver a ser humanos.
Soñar es imaginar algo que aún no existe. Nelson Mandela, desde una pequeña celda donde quedó en cautiverio durante 27 años, soñó una Sudáfrica libre del apartheid. Martin Luther King Jr. soñó un país donde blancos y negros fueran hermanos y hermanas. La Madre Teresa imaginó un mundo sin pobreza extrema. Gandhi soñó con una India independiente y libre. No solo soñaron, sino que se prepararon para convertir estos sueños en realidad. Expandieron su espíritu y su mente para convertirse en las personas capaces de liderarse a sí mismos y a los demás hacia los horizontes soñados. “Sé el cambio que quieres ver en el mundo”, dijo Gandhi.
Sus sueños no fueron una mera fantasía. Con pasión dedicaron su vida a transformar el sueño en realidad. Fueron líderes visionarios, pero también creadores. Se dedicaron a materializar lo que antes había imaginado en su mente. Es decir, comprometieron su vida en cerrar la brecha entre la realidad presente y la soñada. Fueron, en este sentido, unos realistas eminentes.
¿Qué pasaría si nos diéramos el permiso de soñar en grande?, ¿si dejáramos al lado el escepticismo, un exceso de realismo, el cinismo y la desesperanza, para volver a soñar? ¿Qué sucedería si no solo soñáramos lo imposible, sino que también imagináramos con fe, creyendo firmemente en nuestros sueños? ¿Qué consecuencias tendría si, en nombre de nuestros sueños imposibles, superaráramos nuestras dudas, pensamientos negativos, y miedos?, ¿Cómo cambiaría no solo nuestra vida, sino también las de nuestras familias, comunidades y entornos?
Hay que recuperar la capacidad de soñar en grande y bonito. Eso requiere tener valentía y salir de nuestra zona de confort, que nos condena a la mediocridad. Significa no atender las voces de aquellos que nos invitan a una falsa prudencia, al desespero, a la negación de la posibilidad. ¿Cuál es el sueño imposible que quiero realizar y al cual quiero dedicar mi fuerza, mente y voluntad? ¿Qué quiero generar en el mundo que me trascienda y me beneficie no solo a mí mismo y mi círculo más cercano, sino a la humanidad?
Cuando estas preguntas llegan a nuestra mente y corazón, podemos salir de nuestra zona de confort. Es entonces que podemos encontrar un sentido a nuestra existencia, y encaminar nuestras decisiones y comportamientos.
Sin embargo, no trabajemos en nosotros mismos por un simple gusto narcisista de la perfección. Más bien, dediquémonos en convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos. Hagámoslo en alineación con el sueño imposible que alimenta nuestra fuerza vital. Seamos el cambio que deseamos experimentar en el mundo para que nuestro sueño imposible sea una realidad. Escribe Villoldo, “Tienes que recuperar tu poder para soñar con audacia y valentía… solamente entonces podrás liberarte fácil y naturalmente del miedo que te mantiene atascado en tus pesadillas personales”. Volvamos entonces a soñar, a soñar en grande y bonito, para trascendernos y transformarnos.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/aldo-civico/