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Luego de tres años Bogotá Cómo Vamos volvió a hacer su tradicional encuesta de percepción de calidad de vida de manera presencial. La pandemia había impedido realizarla de manera presencial por lo que, luego de veinticinco años de vigencia del programa, volvemos a tener datos comparables. En este caso, como en lo referido a otras mediciones, el 2022 es el primer año pospandemia, relativamente comparable con el 2019. Para todos los efectos, los años 2020 y 2021 son una excepción.
La primera impresión que nos llevamos al comparar buena parte de los datos es que la percepción de las personas, sobre la calidad de vida en Bogotá, no parece haberse transformado sustancialmente como si la pandemia hubiese sido tan solo un paréntesis y tres años después siguiéramos en las mismas. Es como si siguiera pasando lo mismo que en 2019, cosa que no deja de sorprender, además de generar cierto escalofrío, y que nos enfrenta a la pregunta sobre la fuerza de la inercia de los procesos sociales y de la vida urbana. Algo parecido a lo que Theda Sckocpol denominó en su momento como “path Dependence”.
Probablemente nos recuperamos tan rápido que volvimos al cauce que traíamos antes de la pandemia o tal vez no hemos hecho lo suficiente para mover la aguja y la inercia nos llevó nuevamente por el camino que llevábamos.
En cuanto a la seguridad, definitivamente hay que mover la aguja. La percepción de seguridad en la ciudad (26%) es casi idéntica a la registrada en 2019 (27%); lo mismo sucede con la percepción de seguridad en el barrio en 2019 (50%) y 2022 (50%); y con la victimización que en ambos años se ubicó en el 27%. La aguja no se movió.
Cuando se comparan estos datos subjetivos con mediciones objetivas de la violencia y el delito en la ciudad encontramos que incluso se puede hablar de un leve deterioro. Durante el 2019, últimos años de gobierno de Enrique Peñalosa, se venía documentando un leve repunte en homicidios y en hurtos.
Parece que el 2022, insisto, primer año pospandemia comparable con prepandemia, experimentó un retorno a esta tendencia. En 2019 fueron denunciados 127 mil casos de hurto mientras que en 2022 la cifra fue un 8% más alta (137 mil casos). En ambos años, prácticamente en la mitad de los casos el objeto hurtado fue el teléfono celular. Al comparar el trimestre de 2023 con el mismo periodo del año pasado encontramos un aumento del 14% en hurtos y casi del 20% en homicidios.
El año no va a cerrar nada bien en materia de seguridad en Bogotá. A pesar de los éxitos operativos que suelen ser publicitados desde la propagando oficial del gobierno distrital, la aguja no se mueve. Parece que el paradigma se agotó y hay que actualizarlo. Un paso urgente que debe darse en este sentido es el de la política pública de seguridad ciudadana, que se venció en 2021 y este gobierno no ha logrado actualizarla. Allí hay una gran oportunidad para plantear soluciones intersectoriales para este y los próximos dos gobiernos. Estoy convencido de que un solo gobierno no lo logra. Se requiere un instrumento que coordine acciones sostenidas en el tiempo. Lamentablemente los candidatos a la alcaldía están más interesados en llamar la atención prometiendo cosas llamativas con mensajes efectistas que pensando el problema de manera integral.
Hace ya casi cuatro años, en la competencia por la alcaldía, Claudia López y Miguel Uribe prometieron aumentar el pie de fuerza de la policía en 2.500 efectivos. En su momento, Carlos Fernando Galán advirtió que esa era una propuesta engañosa ya que el Alcalde Mayor de Bogotá, sea quien sea, no tiene la potestad de incidir en el tamaño del pie de fuerza de la policía; este es un asunto del resorte del gobierno nacional que, dicho sea de paso, se define de manera poco transparente y me temo que poco técnica. No es claro cuáles son los criterios que llevan a definir el tamaño desigual de efectivos policiales en las ciudades en Colombia.
Ya en el gobierno, no pocas veces, la alcaldesa de Bogotá posó con el Ministro de Defensa, Diego Molano, en ruedas de prensa en la que anunciaban sendos aumentos del pie de fuerza. En varias ocasiones, sospechando de lo que había detrás del performance, solicité la información del tamaño real del pie de fuerza a la Policía Metropolitana de Bogotá, mediante derecho de petición, pero siempre evadieron la respuesta con argucias legales. Ahora entiendo el porqué; durante la presentación de la encuesta de ‘Bogotá Cómo Vamos’, la alcaldesa aseguró que no solo NO aumentó el pie de fuerza, sino que hoy Bogotá cuenta con 300 policías menos que en 2019.
Básicamente la alcaldesa nos dio la noticia de que el Gobierno Nacional nos había tumbado los $7.200 millones de pesos que invertimos en 2021 en la meta de “promover a 2000 policías nuevos vinculados para la prevención y control del servicio policial en la ciudad a través de un plan de promoción e incentivos para su incorporación”. Aún así ya comenzamos a ver políticos irresponsables soltar el globo del supuesto “centralismo bogotano” para referirse al gobierno nacional, pero de eso hablaremos otro día.
Ojalá los candidatos a la alcaldía de Bogotá logren resistir sus impulsos populistas y la presión de sus asesores de marketing político que siempre les van a pedir que prometan el oro y el moro y que después miran como cumplen. A Bogotá le han prometido tanto y le han quedado tan mal que probablemente tome más de un gobierno construir confianza.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/miguel-silva/